El padre Lasarte ha conseguido incentivar el odio del pueblo hacia las beguinas hasta el punto en el que los habitantes se han echado a la calle para injuriar y amenazar a las libertas.
A pesar de que el padre Gonzalo intenta parar al pueblo, el padre Lasarte se lo impide enalteciendo sus ánimos. El poco poder que pueda tener no sirve de nada ante el que un día fue su maestro.
El nuevo comisario de la Santa Inquisición declara al beguinato bajo su custodia, “a partir de hoy, este beguinato queda bajo la guardia de la Santa Inquisición, nadie podrá entrar sin su permiso, ni ellas podrán salir”, declara el padreLasarte ante la multitud.