Preparó su violación a conciencia. Estudió con su moto la zona, el camino de los Lirios, en Gijón, el día, la hora y el momento. La tarde del 30 de octubre atacó a una joven de 17 años a la que secuestró durante una hora. Utilizó guantes, bridas y pasamontañas para no dejar sus huellas de ADN. Solo 18 días después, Boris, un conocido ladrón violento pero sin antecedentes por delitos sexuales era detenido por la Policía Nacional.
La víctima no pudo ver a su agresor, que le tapó los ojos con una cinta y le ató las manos, pero, pese a las precauciones del violador, los investigadores lograron recuperar una pequeña muestra de ADN de la ropa de la adolescente. Por su forma de actuar, los investigadores de la UDEV de Gijón y los de la UFAM trabajaron contrarreloj y con la idea de que podía no ser su primer ataque y casi la certeza de que no sería el último.
Mientras los agentes comprobaban las coartadas y el paradero de varios agresores sexuales conocidos en la zona, especialmente un hombre que había atacado a tres menores hace años y que estaba ya en libertad, el laboratorio les dio una respuesta positiva. El ADN recuperado en la ropa interior de la chica coincidía, parcialmente, con la huella genética de un agresor sexual fichado.
Cromosoma Y
La coincidencia genética no era total, eso sí, pero la base de datos del CODIS, donde se alojan muestras genéticas de detenidos por agresiones sexuales, indicaba que el autor de la violación de Somió compartía su cromosoma Y con otro hombre, de más de 65 años. Es decir, el violador del 30 de octubre era familiar de ese otro agresor sexual detenido años atrás y cuyo ADN había sido incluido en la base de datos policial.
Descartados otros sospechosos, los investigadores fueron comprobando el resto de posibilidades (el resto de familiares varones de ese hombre mayor con antecedentes) y llegaron a un nombre, Boris, hijo de aquel violador veterano. Hace muchos años que Boris y su padre no tienen relación; de hecho cuando era niño y adolescente pasó por varios centros de acogida. Pero el ADN no engaña y les llevó hasta él.
En un piso compartido
Lo vigilaron, consiguieron una muestra indubitada de ADN (que puede obtenerse legalmente de un vaso, una cuchara o una mascarilla usada y abandonada por un sospechoso de un crimen), comprobaron que coincidía con la obtenida en la ropa de su víctima y el domingo 17 de noviembre lo detuvieron en el piso que compartía con varias personas en la calle Ribadesella, muy cerca de la estación de autobuses de Gijón.
Cuando fueron a detenerlo, Boris se enfrentó a golpes con los policías, luego no quiso declarar ante la jueza. Está en la cárcel, donde ya pasó casi diez años de su vida por varios robos con violencia. Mientras, los investigadores de la Policía tratan de averiguar si antes de la chica de Gijón atacó a otras mujeres en Asturias, León y Cantabria.