Existe un sesgo cognitivo denominado “la maldición del conocimiento” (a veces también “la maldición de la experiencia”). Ocurre cuando asumimos incorrectamente que todo el mundo sabe tanto como nosotros sobre un tema determinado. Por ejemplo, como microbióloga clínica, asumía que todo el mundo sabía que era una idea terrible besar a un recién nacido en cualquier parte de la cabeza.

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