Hay puestos en el extranjero que atraen como imanes a los funcionarios públicos que quieren salir fuera un tiempo. La Real Academia de España en Roma es uno de ellos, y no solo por los 122.162 euros de salario bruto. “Tiene un presupuesto importante; autonomía, porque eres tu propio jefe; y una sede magnífica: trabajas viendo el Templete de Bramante [del siglo XVI]”, dice uno de los siete diplomáticos consultados para la elaboración de este artículo, que prefieren mantener el anonimato porque no se les permite hablar con la prensa. La sede de la Academia está en el romano convento de San Pietro in Montorio, construido justo en el lugar en que la tradición cristiana sitúa el martirio del apóstol Pedro. “Imagina un colegio mayor gigante. Allí residen una temporada los artistas de alto nivel elegidos y becados, con la condición de que parte de la obra creativa tiene que pasar a la Academia y deben hacer una exposición allí”, relata otro.
La renovación del puesto de director de la Academia, sin embargo, está siendo menos estética que su sede de la Ciudad Eterna. El proceso de adjudicación ha terminado en los servicios jurídicos del Ministerio de Exteriores, donde se encuentra siendo revisado en estos momentos, según confirman a este diario fuentes oficiales del departamento dirigido por José Manuel Albares. Estas fuentes no concretan sobre qué aspecto en concreto existen dudas ni si la revisión de los servicios jurídicos se debe a la impugnación de alguno de los tres candidatos que superaron el concurso público. Sí afirman que se estudia tanto la convocatoria como la modificación posterior para “subsanar errores”.
El pasado 15 de octubre, el nuevo responsable de las cuestiones de personal del Ministerio, Xavier Martí, ordenó por sorpresa cambiar el proceso selectivo que había sido convocado en abril. Se abandonaba el “concurso por méritos”; la selección se haría por el “sistema de libre designación”. El cambio se publicó en el Boletín Oficial del Estado y fue adelantado por el diario ABC. En el texto oficial se decía que se trataba de la subsanación de un error, y eso sigue manteniendo a fecha de hoy el departamento de Albares. “El Ministerio detectó algunos errores técnicos en la convocatoria y publicó en el BOE una resolución para corregirlos”. Pero el cambio era sustancial, y convertía la convocatoria anterior en papel mojado: será el Gobierno quien decida quién ocupará el puesto. Y podrá hacerlo sin la obligación de elegir entre la terna de candidatos con más puntos en el proceso evaluador.
Son el diplomático de carrera Miguel Albero Suárez, que obtuvo 58 puntos; Andrés Úbeda de los Cobos, actual director adjunto del Prado, con 58 puntos; y María Teresa Méndez Baigés, profesora de la Universidad de Málaga y especialista en historia y teoría del arte y de la arquitectura del siglo XX, con 56 puntos. Debían presentar un proyecto propio para la Academia, superar una prueba oral en italiano y defender su currículo ante el tribunal. El Presidente del órgano de selección es Santiago Herrero, director de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID. La terna se elevó al patronato de la Academia en julio.
Dudas sobre el proceso para la Real Academia en Roma
Entre las modificaciones realizadas estaba la exigencia de que los candidatos ahora debían ser funcionarios de la Administración General del Estado “como funcionario de carrera de un cuerpo o escala del subgrupo A1”. Esto podría poner trabas a los dos candidatos que no pertenecen a la carrera diplomática, aunque una de las fuentes de Cultura consultadas disputan este hecho.
¿Está Albares tratando de garantizar que el puesto lo desempeñe de vuelta un diplomático? La directora saliente de la Academia, Ángeles Albert de León, procedente del mundo de la cultura, ha estado presidiendo la Academia durante nueve años, entre 2015 y 2024, un período anormalmente largo en comparación con sus predecesores. Pero para poner a un diplomático, el cambio en el BOE no habría sido necesario. Albares es la persona que debe elegir en última instancia entre la terna de candidatos, y ya había un diplomático ahí.
Además, y según señala una fuente cercana a Miguel Albero, él ha descartado que vaya a ser el designado. Y no por falta de méritos. “Acaba de dejar el puesto de embajador en Honduras. Pero está muy bregado en temas culturales. Fue consejero cultural en Costa Rica. Y ha estado muy metido en la acción cultural española, como director de culturales en la AECID”, apunta otro diplomático que le conoce.
El otro de los contendientes empatados, Andrés Úbeda de los Cobos, había sido becario de la propia institución en Roma hace tiempo y había presentado un proyecto propio para la institución que le ayudó a formarse. Tampoco parece que vaya a ser el elegido, según las fuentes consultadas.
Por el momento, todo son incertezas. Algunos de los miembros de la Carrera apuntan a que la modificación hacia la libre designación anticipa un “dedazo”. El Gobierno ya ha cubierto puestos deseados por los diplomáticos con personas cercanas al presidente Pedro Sánchez pero ajenas a la Carrera.
El nombramiento, el pasado diciembre, de Héctor Gómez como embajador ante Naciones Unidas dolió especialmente entre los diplomáticos, porque se trata de un puesto que requiere una alta competencia en las artes de la diplomacia, y él venía de ser ministro de Industria. La Asociación de Diplomáticos de España emitió un comunicado en el que afeaba al ministro ese nombramiento, y otros como el del también político socialista Miquel Iceta como representante ante la UNESCO.
Tensión por los puestos culturales entre Exteriores y Cultura
Entre el Ministerio de Cultura y el de Exteriores existe una suerte de pulso histórico por qué tipo de perfil debe cubrir cada codiciado puesto cultural en el extranjero. La pieza de caza mayor de este pulso es el Instituto Cervantes, la institución por antonomasia para la difusión de la lengua y la cultura española por el mundo, con 87 centros en 44 países.
De un lado, se considera que la proyección cultural de España en el exterior debe de estar dominada por los que más saben del tema, en la órbita del Ministerio de Cultura. “¿Debe ser la Academia un centro de cultura o uno de los destinos para ejercer la política exterior española a través de la cultura?”, afirma un alto cargo dependiente del Ministerio de Cultura. “Los diplomáticos dicen: para Cultura ya está el agregado cultural de la embajada, y el puesto está en el organigrama de Exteriores”.
Desde el Ministerio de Ernest Urtasun se niega que se esté intentando colocar en su lugar a alguien de los “suyos”. “Nosotros no hemos propuesto ningún candidato ahora que se ha convertido el puesto en uno de libre designación”, aseguran desde el departamento de comunicación.
En las próximas semanas o meses debería resolverse esta incógnita, porque la institución carece de director desde hace meses. Por el momento, la empedrada Piazza di San Pietro in Montorio seguirá esperando al nuevo director o directora de la Real Academia de España en Roma.