Filomena, el terremoto en Lorca, la erupción volcánica de La Palma o el paso de la DANA por el sureste del país que ha costado la vida a 227 personas. La acumulación de catástrofes naturales en España pone de manifiesto la necesidad de contar con un buen plan de emergencias que empiece desde una prevención temprana y continúe con una respuesta inmediata. Y para que los servicios de protección civil funcionen correctamente, además de coordinación, requieren de financiación. España, sin embargo, se sitúa en la parte baja de la tabla de los 27 países de la Unión Europea en gasto en servicios de emergencias y protección civil, según datos homogéneos de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea. Todo ello a pesar de nuestras características singulares, como ser el segundo país en superficie por detrás de Francia, contar con la segunda mayor superficie forestal tras Suecia o haber sufrido la segunda riada más mortífera de Europa en lo que va de siglo.

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