Con dos meses de retraso, pero llegó. El encuentro que, dentro de la ronda de reuniones para confeccionar un nuevo plan estratégico para Elche, debía abordar el urbanismo prácticamente entró de rebote. Tanto es así que, en el tiempo de descuento, justo el día en el que el alcalde, Pablo Ruz, hacía balance de las siete reuniones que incluyó en lo que denominó Convención Municipal, incorporó dos más: la de educación con los centros de Primaria y Secundaria, y la de urbanismo. Era el 13 de septiembre, y la de los colegios e institutos se celebraría diez días más tarde. De los arquitectos y urbanistas no se supo nunca más… Hasta este miércoles, cuando se desarrolló una cumbre en la que participaron representantes de la UMH, el presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante, Emilio Vicedo; o los arquitectos Diego Castaño -también presidente de Elche Piensa- y Tomás Martínez Boix; junto a Carlos Cerdá, en representación del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos; el geógrafo Vicente Bordonado; el gerente de Pimesa, Antonio Martínez, y otros técnicos municipales. Un encuentro que, como era de esperar, sirvió para reabrir el debate del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Elche. Eso sí, con pocos apoyos a la revisión del planeamiento.
Casi tres décadas
De hecho, el PGOU va camino de cumplir tres décadas. Aprobado en 1998, el melón de la revisión se abrió en el mandato de Alejandro Soler. Hasta el extremo de que llegó a contratar a la Fundación Metrópoli de Alfonso Vegara para que estableciera las directrices en las que se tenía que apoyar el documento. Eso se materializaría en el libro «Elche Proyecto Ciudad» en marzo de 2011.
Un documento que, prácticamente, no sirvió para nada. En mayo de ese año el PP le arrebataba la Alcaldía al PSOE y Compromís, y en octubre el entonces concejal de Ordenación Urbana e Infraestructuras, Vicente Granero, sostenía que ya habían comenzado las reuniones con técnicos para la elaboración del plan. «Hemos tenido que empezar desde cero porque el estudio de la Fundación Metrópoli sólo hablaba de generalidades», sentenciaba, y añadía que, dado que el proceso llevaría su tiempo, a corto plazo, se trabajaría en modificaciones parciales.
Vuelta a empezar
Tampoco llegaron muy lejos las reuniones. En 2017, otro Ejecutivo local, este integrado por PSOE, Compromís y Partido de Elche, anunciaba que se activaban los trámites para la revisión, y en 2019, en su programa electoral, los socialistas marcaban como propuesta seguir «avanzando en los trabajos de redacción de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana». Una activación de la modificación del plan que volvería a venderse a bombo y platillo en noviembre de 2020, cuando se anunció una comisión formada por representantes de grupos políticos y técnicos municipales. Ahora bien, en la consulta previa también se preguntaba por si era mejor dejar el Plan General tal cual y avanzar con modificaciones puntuales, o si se revisaba, aunque se daban dos alternativas de crecimiento. Al final, parece que se apostó por la primera, al menos de facto.
No, por ahora
Una posición que precisamente es la que ha mantenido Pablo Ruz, aunque en los últimos tiempos ha matizado su postura. No va a haber Plan General en este mandato, las prioridades son otras, pero eso no implica que no se pueda impulsar la revisión en los siguientes, vino a decir en septiembre, en parte también por las críticas que llegaron desde determinados sectores por el rechazo a plantear un nuevo planeamiento.
Con estos antecedentes, por tanto, era previsible que, de celebrarse la mesa urbanística, el Plan General saldría. Y así fue. Sin embargo, el sentir mayoritario fue que no hay que tocar el PGOU. Más que nada porque la tramitación es larga y tediosa, hasta el punto de que puede durar lustros, y no tiene sentido en una sociedad tan cambiante, se alegó. Una postura de la que prácticamente sólo discrepó Tomás Martínez Boix, que siempre se ha mostrado partidario de esa actualización del planeamiento, porque permitiría pensar en qué ciudad queremos ser en el futuro.
Reglamentos municipales
En este contexto, los más se mostraron partidarios de apostar por las modificaciones puntuales, e incluso por los reglamentos municipales. El mensaje que se lanzó era claro: mejor centrarse en lo que se puede hacer desde el Ayuntamiento que esperar a las decisiones supramunicipales.
No en vano, en el marco del encuentro se denunció la complejidad de la normativa urbanística, pero también el «solapamiento» entre administraciones, en particular en cuestiones como el Palmeral. Se abogó por la gestión desde el propio municipio, sobre todo teniendo en cuenta que llegan pocos recursos de fuera.
De las DANA a las olas de calor
También se puso el foco en el cambio climático y las repercusiones que está teniendo en forma de DANA y olas de calor cada vez más frecuentes, lo que llevó a reivindicar que se tenga en cuenta en la planificación urbanística futura y las construcciones existentes en lugares a los que pueden afectar episodios de lluvias torrenciales o temperaturas tropicales. Ante ello, sin embargo, Pablo Ruz respondió que desde el Gobierno municipal se tomarán las medidas oportunas para detectar episodios de riesgo y alertar a la ciudadanía en caso de crecidas.
¿En enero?
Ahora, de cumplirse los plazos que dio el alcalde en septiembre, el Ejecutivo local tiene hasta enero para presentar el documento con acciones concretas tras los nueve encuentros mantenidos con en torno a 300 colectivos, en una iniciativa con la que, desde el principio, el regidor ilicitano ha dejado claro que trata de emular el Futurelx de Diego Maciá.
También en esta cumbre se le alabó la alcalde de Elche su escucha activa de las propuestas, aunque hubo más diagnóstico que otra cosa. Sólo se le puso una tacha a la cita: que en una mesa urbanística hubiera tan poca presencia de arquitectos y urbanistas, más cuando ha tardado tanto en llegar.