Su campaña de 2023 para las elecciones autonómicas como candidato a la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid empezó con un “soy Juan Lobato” porque apenas era conocido cuando un año antes fue nombrado secretario general del PSOE de Madrid en unas primarias. Hoy, menos de dos años después, el líder regional de los socialistas ha renunciado a su cargo con su nombre en todas las portadas, con un nivel de conocimiento como el de cualquier otro dirigente socialista regional porque su última acción podría poner en un brete al equipo de Gobierno de Pedro Sánchez.
Lobato se marcha de la jefatura del PSOE de Madrid tras un breve órdago de 24 horas contra la dirección nacional del partido a cuenta de la polémica por la supuesta filtración de los correos sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso, que ya se ha cobrado al fiscal general del Estado como imputado y ha provocado que el Tribunal Supremo le cite a él este próximo viernes, pocas horas antes de que comience el congreso federal del PSOE en Sevilla.
Lobato (38 años) es Técnico de Hacienda del Estado y ha hecho pivotar sobre eso parte de su perfil como político y adversario de Ayuso en la Asamblea de Madrid. Sus incomprendidas propuestas fiscales en Ferraz, su apuesta por la corresponsabilidad fiscal de los gobiernos regionales o su propuesta sobre el modelo de financiación autonómica se han basado en sus conocimientos sobre Hacienda. Lo mismo que su gesto de llevar al notario una conversación sobre un documento que la ley prohíbe filtrar a los funcionarios.
Pero todo eso y su tibieza al defender las políticas de Pedro Sánchez sobre la amnistía o los cambios en el código penal sobre la malversación que podría afectar a los independentistas catalanes, así como su falta de contundencia al defender a Begoña Gómez o sus formas cordiales frente a Ayuso, es lo que han provocado que hace tres años Moncloa hiciera llamadas para que le apoyaran en unas primarias y hoy las haga en favor de otro. Cayó en desgracia frente a sus mayores en el partido y no ha tenido apoyos para enfrentarse a eso.
Accesible para los medios, en la oposición agradecían de él sus formas y su trato en las distancias cortas. En su partido, en cambio, echaron siempre de menos más cercanía. Educado, afable pero siempre con cierta distancia, algo que muchos en su formación han achacado a una timidez que esconde detrás de una fachada decidida, aunque también hay quien le ha echado en cara que esa frialdad era más por altivez que por modestia. En cualquier caso, la «falta de piel» que le reprochan algunos compañeros es lo que probablemente le ha llevado a su adiós al partido.
Padre de tres hijos de menos de ocho años, ha sido alcalde de Soto del Real entre 2015 y 2021. Fue el primer socialista en hacerse con el bastón de mando de la ciudad desde la guerra civil y logró revalidar su resultado con mayoría absoluta. En su despedida ha hecho alusión, precisamente, a algo que llevó a gala como alcalde: la idea de hablar con todos los partidos, incluso con Vox.
Cuando Isabel Díaz Ayuso adelantó las elecciones en 2021, dejó la alcaldía para concurrir como diputado en la lista que encabezaba Ángel Gabilondo. Fue nombrado portavoz adjunto hasta que finalmente se hizo con la portavocía ya como responsable máximo del partido.
Durante su paso al frente del PSOE-M, el ya secretario regional, que en su carta a los militantes no ha confirmado si su baja como líder del partido va acompañada de su renuncia al escaño en la Asamblea de Madrid y el Senado, ha optado por un discurso medidamente moderado buscando siempre mostrarse como contrapunto de la crispación política actual, algo que ha exhibido hasta el final como carta de identidad política.