Probablemente no podría haber sido de otra forma, lamentablemente. Los argentinos habían caído en la trampa mortal del populismo económico: cuanto más se empobrecían, más dependientes se hacían de los subsidios públicos y más poder discrecional para el Estado y sus funcionarios, con sus consecuencias de ineficiencia y corrupción. De esa espiral se sale pocas veces, porque las tentaciones de volver a la dependencia y a la intervención de papá Estado son muchas. Cuando en Argentina se han probado políticas económicas ortodoxas, al final han fracasado porque no han tenido tiempo para enraizar en el sistema político económico de la nación. O porque eran muy tímidas y estaban condenadas al fracaso. Incluso fracasaron reformas radicales de la mano de Menem, un político peronista de perfil inclasificable.
El primer año de la era Milei se salda, como era de esperar cuando se adoptan las medicinas de caballo que recetan los mejores expertos en desarrollo económico, los del FMI. Un recorte brutal de los subsidios y del gasto del Estado vía reducción de la Administración, han conseguido controlar la inflación hasta niveles más o menos sostenibles y recuperar la confianza de los mercados internacionales. A cambio, como era de prever, el PIB se ha derrumbado. Los argentinos están siendo sometidos al mismo tratamiento que vivimos en España con el Plan de Estabilización a finales de los 50. Tras unos años durísimos, a los españoles les esperaban unos espléndidos años 60 y 70 hasta el choque petrolífero. Eso cimentó la imagen de Franco como buen gestor de la economía y ‘padrecito’ de las clases populares que no se metían en política.
Lo que pasó fue lo mismo que ahora debería pasar en Argentina con su respectivo Plan de Estabilización. Casi todo depende de la paciencia que tengan los argentinos, que no suele ser mucha. El año próximo comprobaremos en las elecciones de medio término al Congreso si el pesimismo hace presa de nuevo en la población. El resto depende de la coyuntura internacional, que por el momento es positiva. Puede salirle mal la jugada y acabar en el cubo de la basura de la Historia argentina, como tantos otros.
Milei entretanto se confía a Trump y rechaza la colaboración con China, al contrario que sus colegas del Sur Global, que están apostando descaradamente por hacerse querer por Occidente y China. Personalmente deseo lo mejor a nuestros queridos amigos de Argentina.
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