El gobierno de Joe Biden ha anunciado este martes una propuesta para que la sanidad pública de Estados Unidos expanda de forma masiva la cobertura de populares medicamentos para adelgazar como Ozempic que han marcado un antes y un después en la lucha contra la obesidad pero cuyo alto coste, de más de 1.000 dólares al mes si no se tiene la cobertura de un seguro en EEUU, los vuelve prohibitivos para muchos posibles beneficiados.
El futuro de esa regulación, no obstante, está en cuestión. Tras un periodo de 60 días abierto para comentarios no se podrá finalizar hasta finales de enero, después de que Donald Trump vuelva a instalarse en la Casa Blanca, y su nominado para secretario de Sanidad, Robert Kennedy Jr., ha criticado el uso de estos fármacos.
La regla
La propuesta regulatoria plantea que la sanidad pública para mayores (Medicare) y para gente de bajos ingresos (Medicaid) costeen los medicamentos como Ozempic, Mounjaro, Wegovy, Zepbound, que además de ayudar a prevenir la diabetes y de reducir hasta un 20% los riesgos de muerte y ataques cardíacos han impulsado una revolución en la lucha la obesidad, un logro que hizo a sus ‘padres’ merecedores del último Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica.
Actualmente Medicare solo los cubre cuando se usan para la diabetes y los problemas cardíacos. Algunos estados sí los financian en Medicaid para tratar la obesidad, pero son la minoría. Y si la regla acabara siendo aprobada podrían beneficiarse 3,4 millones de personas de los 53 millones que tienen su cobertura médica a través de Medicare y cuatro millones de los 72 millones que la consiguen por Medicaid.
Para realizar la propuesta, que circunvala una ley federal que prohibe destinar dinero a tratamientos de pérdida de peso, el gobierno de Biden ha encontrado el camino de clasificar la obesidad como una “enfermedad crónica según el consenso médico”. Según los últimos datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, entre 2021 y 2023 más del 40% de los estadounidenses mayores de 20 años eran obesos y casi el 74% sufrían, como mínimo, de sobrepeso. Los datos de obesidad son algo mejores que los registrados entre 2017 y 2020, cuando el porcentaje de obesos alcanzaba el 42%, y se estima que en el descenso precisamente ha jugado un papel la llegada al mercado de los fármacos.
De Becerra a Kennedy
“Es un buen día para cualquiera que sufre de obesidad”, le ha dicho a la agencia AP el actual secretario de Sanidad y Servicios Humanos, Xabier Becerra, que en esa y otras entrevistas ha asegurado que la regla representa “un cambio radical”. “Nos ayuda a reconocer que la obesidad es parte de nuestra realidad. Es grave. Está dañando la salud de nuestro país. Está dañando nuestra economía”, le ha declarado a ‘The Washington Post’.
Será Kennedy, no obstante, quien de ser confirmado por el Senado estará al frente de Sanidad cuando la propuesta llegue a su fase final de autorización y críticas que ha lanzado en el pasado hacia estos medicamentos, de los que dice que ocultan los problemas raíz de la obesidad en EEUU, hacen dudar de que vaya a respaldar la medida.
Muy duro siempre con la industria farmacéutica, Kennedy dijo en octubre en una entrevista con Fox News, que “cuentan con vender a los estadounidenses porque somos muy estúpidos y muy adictos a los fármacos”. “Bastaría con que diéramos tres comidas al día de buenos alimentos a cada hombre, mujer y niño en nuestro país para resolver de inmediato la epidemia de obesidad y diabetes”, declaró entonces Kennedy, que asegura que la obesidad debe combatirse promoviendo la comida sana, más ejercicio y otros esfuerzos federales.
En una mesa redonda con legisladores federales a principios de año, el nominado a Sanidad también dijo que «por la mitad del precio de Ozempic podríamos comprar alimentos orgánicos producidos mediante agricultura y ganadería regenerativa, tres comidas al día, y una membresía de gimnasio para cada estadounidense obeso».
Una factura considerable
El coste de la medida puede ser otro de los retos para que la regla propuesta acabe siendo aprobada. Según los cálculos del gobierno, la inclusión de la cobertura de los fármacos sumaría en la próxima década más de 26.000 millones de dólares a las facturas de Medicare (35.000 millones según las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso) y otros 11.000 millones a las de Medicaid.
Son cifras que pueden influir en la visión de Trump y de los republicanos en las Cámaras sobre la medida. Pero tanto el presidente electo como los congresistas deberán valorar también la popularidad de la propuesta. Según una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation, un 60% de los estadounidenses creen que Medicare debería cubrir los fármacos.
Kennedy se mueve por otros derroteros. En un artículo publicado en septiembre en ‘The Wall Street Journal’ defendió que se puedan imponer limites de precios a lo que cobran las farmacéuticas por sus medicamentos. Puso como ejemplo precisamente Ozempic, subrayando que en Alemania cuesta una décima parte que en EEUU porque Berlín, a diferencia de Washington, tiene autoridad para negociar los precios.