«Cuando compré la casa me dijeron que iba a vivir en la zona de los ricos porque era un terreno ajardinado muy bonito», recuerda Alfredo Melín. Capitán de pesca jubilado, encontró en el municipio de Picaña un sitio donde retirarse en paz; en el que poder desarrollar tranquilamente una de sus aficiones, la escritura, a la vez que exprimía al máximo su pasión por el motociclismo. Fue un viaje a Zaragoza para visitar a su pareja lo que lo salvó «por solo unas horas» de la mortífera DANA del pasado 29 de octubre, que carga a sus espaldas con 221 fallecidos y aún cinco desaparecidos. Melín cuenta que al lado de su urbanización había una residencia de ancianos en la que se veía pasando su vejez. «Siempre dije que me encantaría para mí», confiesa, explicando que no se trataba de un geriátrico «al uso» sino pequeños apartamentos individuales con una terracita exterior. «Estaban a ras de suelo y esto lo barrió todo. Se lo llevó todo», asegura. El mismo aluvión que destrozó su hogar y la vida de tantísimas personas en Valencia.

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