No niego que Lucas Vidal sea músico. Solamente digo que siempre me pareció una celebrity de manual. Parecido no es lo mismo. Verle como miembro del jurado en la recién concluida «La bien cantá» es la enésima constatación de este aserto. Cuando el canal TCM cumplió sus 25 años realizó un documental conmemorativo en el que llegó a entrevistar a seiscientas personalidades relacionadas con el universo del cine español. En «El cine en tres actos», presentado por Leonor Watling, no faltaba Lucas Vidal, en medio de nombres como Alejandro Amenábar, Pedro Almodóvar, Enrique Urbizu, Icíar Bollaín, Antonio de la Torre, Antonio Banderas, Eduard Fernández, Carla Simón, Elvira Lindo, Fernando León, Isabel Coixet o J. A. Bayona. Aunque no estuvieran presentes compositores de la relevancia de Pepe Nieto o Roque Baños.
Pero es que Lucas Vidal no ha faltado en cualquier cita televisiva relacionada con el terreno musical o cinematográfico, como en el coloquio de Historia de nuestro cine dedicado a las bandas sonoras. Desde su Madrid natal viajó a Boston, a Nueva York y a Los Ángeles en su periodo de formación, y además de su amplísimo historial de composiciones para la imagen es autor del Himno de la Liga y el Himno de Iberoamérica. Con 40 años, es un imprescindible en las series de las plataformas. Suya fue la banda sonora en Élite (2018-22, Netflix), Dime quién soy (2020, Movistar+), Alguien tiene que morir (2020, Netflix) Paraíso (2021, Movistar+) El Inmortal (2022, Movistar), Bienvenidos a Edén (2023, Netflix), Sagrada Familia (2022, Netflix), Las largas sombras (2024, Disney+) , o Ni una más (2024, Netflix).
Pero a diferencia de los compositores y compositoras que se limitan a producir, componer y grabar, Lucas también seduce en los platós y photocall. Cuestión de fotogenia y tablas.