No hay precedentes de un partido similar en Mestalla, que ya cuenta sus años con tres velas y ha visto sufrir guerras y la devastación de la riada de 1957. No era tampoco la celebración de un título, ni siquiera la crisis deportiva de un equipo colista estaba en el foco. Mestalla ofició ante el Betis una multitudinaria concentración de duelo, respeto y unidad tras la dana que ha golpeado a las comarcas de l’Horta Sud, la Ribera y la Hoya de Buñol, que reúne a más de ocho mil de sus socios y donde arraiga mucha de su masa social.
Una tarde de homenajes y de fútbol que acabó desembocando en una catarsis a todos los niveles. A nivel social, con una unión fraternal entre grada y equipo, y también a nivel deportivo, con una victoria crucial y en un momento decisivo, cuando la reacción emocional el shock colectivo de la dana, que ha afectado a varios de los futbolistas del equipo, era toda una incógnita.
La victoria tiene un valor que va más allá de la situación clasificatoria, que sigue siendo precaria. El Valencia había llegado al parón forzado por la riada en una situación al límite. Muy tocado por los resultados, colista, con lesiones, con un clima enrarecido no solo a nivel societario, por la contestación unánime contra Peter Lim, sino también por las críticas crecientes hacia Rubén Baraja, cuya figura sin mácula empezaba a verse erosionada.
Las escenas tensas tras algunos partidos, con discusiones entre aficionados y jugadores a pie de autobús, amagaban con un riesgo de fractura total. Además, esperaba en el calendario la visita del Real Madrid, que podía acabar por volar los cimientos.
Con la interrupción competitiva, el Valencia ganó tiempo para recuperar fuerzas, curar lesiones, calmar ánimos. La solidez del vestuario, con las primeras dudas lógicas de todo equipo hundido en la tabla, se ha visto reforzada acudiendo a ayudar a compañeros afectados por la dana, como el caso de Rubo Iranzo, o a título personal y casi de incógnito en otras poblaciones. Un grupo joven se ha visto curtido en unas circunstancias absolutamente excepcionales. Sin embargo, toda esa fuerza y motivación podía quedar en nada, en más frustración, en caso de no haber ganado contra el Betis.
Simbolismo
Fue una tarde, además, que dejó imágenes de gran simbolismo. Así sucedió con César Tàrrega. El central de Aldaia, localidad muy afectada, centró la emoción con su plano corto, en llanto en el minuto de silencio. Pocos minutos después marcaba el primer gol del partido, festejado como mucho más que un tanto.
También reflexiones, como la de Hugo Duro tras el partido, que dan cuenta de la madurez y la perspectiva asumida por la plantilla: «Cuando pasan estas cosas te das cuenta que no eres nadie, que eres un personaje secundario y los verdaderos héroes están fuera».
La reacción ante la tragedia del público de Mestalla fue muy sentida durante los homenajes, con un respeto escrupuloso, y muy paciente durante el partido. Si bien el público tardó en enfocarse en el partido, por todas las emociones vividas en los prolegómenos, con el primer tanto la atmósfera se volvió de nuevo más competitiva. Mestalla estuvo comprensiva en los momentos de dificultad, en los minutos posteriores al gol del empate del Betis.
Y tras el arrebato goleador de tres goles en siete minutos en la segunda parte se acabó por liberar. En una tarde histórica en Mestalla, la victoria fortalece al Valencia cuando más lo necesita. n