En apenas dos décadas el Ártico dejará de ser el imponente continente helado que es hoy, y dejará también de ser una infranqueable barrera a la navegación. Los modelos climáticos muestran que hay extensas partes del Ártico que perderán su capa de hielo anual, en favor del agua, que ganará espacio. Estos súbitos cambios pondrán en jaque la vida de numerosas especies animales y vegetales, pero también tendrán consecuencias positivas en otros ámbitos, pues un Ártico navegable permitirá la apertura de nuevas rutas comerciales marítimas.

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