De marineros y corsarios a capitanes de almadraba. Benidorm es una ciudad unida al mar no solo por su ubicación sino por lo que este ha significado en su historia. A lo largo de los siglos, el municipio fue refugio de aquellos hombres que se jugaban la vida para dar de comer a sus familias con aquello que les ofrecía un océano abierto ante sus ojos. Ahora, esa parte de su ADN se podrá ver en el nuevo museo que este domingo abrirá sus puertas: el Aula del Mar.
El proyecto para tener un espacio que cuente ese Benidorm relacionado con el mar ya es una realidad. A las 11 horas está prevista su apertura este domingo con un acto institucional después de haber aplazado el inicial previsto para el 3 de noviembre por la DANA. Pero, ¿qué se cuenta en el interior del moderno edificio ubicado en la primera línea de la playa de Levante? Las paredes de la sala de exposiciones de este espacio se han convertido en casi una línea del tiempo de los años en los que la ciudad era la cuna de marinos mercantes, marineros y capitanes de almadraba. Los vecinos de aquel pueblo llegaron a ser capitanes de embarcaciones que surcaban cualquier mar o corsarios, de esos que defienden a los territorios de los piratas, por su gran conocimiento de las aguas. Pero también grandes almadraberos que se batían cada día con los atunes.
Cómo era la almadraba que había en Benidorm es una de las partes importante de este museo. En una de las zonas de la sala de exposiciones, las fotografías y los textos muestran cómo eran aquellos trabajadores que se jugaban la vida para subir a los barcos esos pescados de cientos de kilos. En la pared se puede ver un plano de cómo era la almadraba benidormense en Punta Llisera. De hecho, el Aula del Mar también tiene un «guiño» a esta cuestión: está construida en la última parcela pública más próxima a esa almadraba, en el número 35 de la avenida de Madrid (paseo de Levante).
La almadraba, que cerró sus puertas en 1955, fue muy importante para Benidorm y permitió a los habitantes del municipio viajar a otros lugares de España, como Huelva o Cádiz, a mostrar cómo se trabaja aquí con los atunes. Esta técnica, casi ya un arte, es un modo de pesca artesanal que se realiza desde hace más de 3.000 años. Y no consiste en otra cosa que colocar una estructura dibujada por barcos, boyas, redes, anclas y cable para capturar al atún rojo durante su migración hacia el Mediterráneo. Una vez que caen en la red, se produce la «levantá» que consiste en subirlos a la superficie.
Ese duro trabajo se puede ver en las fotos pero también a modo de grafiti. Porque esta moderna técnica es la que se ha empleado para decorar las paredes junto con el carboncillo o la tinta. El artista ha sido Félix Gordero, «Hunter87», quien a mano ha reproducido la fotografía de un marinero luchando con un gran atún y en otra zona a dos marineros con el timón de un barco. A mano no solo ha hecho estas figuras sino peces con un lápiz y el mapa de la almadraba que da la bienvenida a los visitantes.
En el Aula del Mar «hacemos un recorrido por la historia marinera de la ciudad», explica a este diario Fernando Mahiques, director de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento. La información que se podrá encontrar se ha dividido en apartados: «La historia marinera desde el Tossal de la Cala, la Torre de les Caletes o el Castell como puntos de defensa» hasta los marineros, corsarios y almadraberos y también «la parte más de ocio y sostenibilidad del mar como la fauna marina existente o el uso recreativo».
Los personajes de la historia
Al otro lado de la historia de la almadraba, la de marineros y corsarios de Benidorm que viajaron por el mundo entero. Entre ellos, destaca un famoso marinero corsario, Gaspar Ortuño y Vives. Y aunque parezca que estos eran piratas, su labor era la contraria; es decir, el oficio de corso se dedicaba a defender a otros barcos con la patente que firmaba el Rey. En la pared del Aula del Mar se pueden ver otros nombres propios como el de Mario Torrubia, el primer telegrafista. «Había gente de Benidorm en toda la escala de trabajo de un barco», indica Mahiques. Desde los capitanes hasta los marineros rasos.
Según los datos que se pueden ver en el nuevo museo, «en 1865, de una población de 3.000 habitantes hay 1.700 matriculados en el Gremio de Mareantes de Benidorm, y en 1790, más de 70 capitanes en activo». Entre ellos, Vicente Zaragoza Ortuño, capitán de un barco llamado Cristóbal Colón. De hecho, este reconocido marinero y armador construyó una casa en el siglo XIX en la calle Tomás Ortuño, el conocido como l’Hort de Colón, ahora museo. En la puerta de acceso se puede ver una tabla con el nombre «Colón» que Zaragoza rescató de aquel barco que capitaneaba. El resto de la historia habrá que conocerla «in situ» en el Aula del Mar.
Los capitanes de almadraba también llenaron las instalaciones pesqueras de toda España. En este museo, se podrá escuchar el testimonio de uno de ellos, Vicente Zaragoza Casamayor, quien falleció en enero de este año pero que contó su historia unos meses antes en Barbate, donde durante décadas estuvo al mando de la almadraba. Se jubiló en 2010 casi a regañadientes y con 74 años y más de 60 trabajando en el mar. Es uno de los vídeos que se proyectará en el Aula del Mar. El resto, como qué fauna habita en las aguas de Benidorm o qué actividades de ocio se puede hacer en ellas, habrá que descubrirlo después de que este espacio abra sus puertas este domingo.
El edificio
El Aula del Mar es un edificio con un innovador diseño que se basa en tres volúmenes diferenciados que albergarán la sala de exposiciones, un espacio para conferencias con sistema de audio incorporado y los aseos. Se trata de hexágonos de cerámica no industrial, aunando la arquitectura moderna con un material tradicional y sostenible propio de Benidorm. El espacio frontal tiene pavimento que simula las olas y el color azul del mar.
Esta parcela de la playa de Levante estaba ocupada hasta hace unos años por el conocido y emblemático chalé de José Martínez Alejos, presidente de la Diputación Provincial de Alicante entre 1939 y 1949, y que Costas derribó en junio de 2016. La parcela se encuentra dentro de la línea de servidumbre marítimo-terrestre, por lo que el Ayuntamiento tuvo que solicitar a Costas su cesión en régimen de concesión, algo que no llegó hasta 2018 por un plazo de 15 años (más 15 prorrogables).