Ari Katz, amigo cercano del rabino Zvi Kogan, relató los tensos momentos tras la desaparición del emisario de Jabad en los Emiratos Árabes Unidos. Katz compartió con Arutz Sheva detalles de las horas previas al trágico desenlace.
La última comunicación entre ambos ocurrió el jueves por la tarde. Ari había preguntado sobre las fechas en las que Zvi estaría en Dubái, pero no recibió respuesta. “No lo interpreté como algo extraño”, explicó. Sin embargo, la preocupación surgió más tarde, cuando la esposa de Kogan comenzó a notar su ausencia.
“El viernes no acudió al trabajo. Ahí se empezó a sospechar que algo no estaba bien”, recuerda Katz. Inmediatamente, se contactó a la embajada israelí, a líderes de la Casa Jabad y a las autoridades locales. También comenzaron llamadas a contactos en Dubái e Israel en busca de información.
Inicialmente, no se consideró un ataque con motivación nacionalista. “Hasta el viernes por la noche, algunos pensaban que podría reaparecer antes del Shabat”, dice Katz. Sin embargo, el sábado por la mañana, recibió un mensaje alertando sobre un posible secuestro con motivaciones nacionalistas. “Era difícil creerlo real. Dubái siempre había sido un lugar seguro, un segundo hogar para muchos israelíes”.
A pesar de la cercanía de los Emiratos con Irán, Kogan no mostraba temor. Como exsoldado de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel, enfrentaba los desafíos con valentía. Además, Dubái siempre había ofrecido una sensación de seguridad para sus visitantes. “La vida allí era tranquila, silenciosa. Incluso habíamos planeado mudarnos”, comenta Katz.
Sobre su labor en la Casa Jabad, Ari destacó la entrega absoluta del rabino Kogan hacia su comunidad. “Desde el primer día en Dubái, sintió que su misión estaba allí. Sabía lo importante que era el supermercado kosher para los judíos que llegaban, y estaba dispuesto a sacrificar su vida por ello si fuera necesario”.
Finalmente, Ari reflexionó sobre la personalidad del rabino. “Zvi era alguien que luchaba por la felicidad de los demás. Su alegría de vivir era contagiosa. Si hubiera sabido que daba su vida por esta misión, lo habría hecho otra vez sin dudarlo”.