La idea está clara, y pasa, ya es público y no se esconde, por volver a los orígenes. Esos que Diego Pablo Simeone proclamó a los cuatro vientos cuando dirigió su primer partido como entrenador del Atlético, el 7 de enero de 2012 en Málaga. Esa que que mantuvo durante más de una década como un mantra imperturbable y que ahora, camino ya de los casi 13 años al mando, busca recuperar tras unas temporadas de intentos que se han quedado a medio camino por convertirse en algo diferente. Algo más mainstream, más del gusto general, en lo que no pareció creer nunca del todo.
El Atlético busca, de nuevo, recuperar esa esencia de equipo «molesto», como dijo en su primer día el técnico, sin importar lo que se pueda decir. Y no lo oculta para nada. «Estamos hundidos para ganar, no para defender… digan lo que digan», se le pudo escuchar al Cholo en uno de los últimos entrenamientos antes de medirse este sábado al Alavés (16.15 horas; DAZN). Una cita que se traducirá en otro récord, el enésimo, desde su llegada a Madrid: será su partido 700 al frente del banquillo del Atlético, siendo el primer entrenador en toda la historia en alcanzar esa cifra con un mismo club de LaLiga entre todas las competiciones.
No importa que la inversión haya sido altísima (más de 200 millones en el último mercado de fichajes), ni que lo que le rodea opine que hay equipo para más en lo que al despliegue de su equipo se refiere. Desde la dolorosa derrota ante el Betis, el chip del argentino mutó en la búsqueda de reencontrarse con lo que le ha funcionado siempre y le ha llevado a convertir al Atlético en un equipo ultracompetitivo, y ganador de títulos (8 títulos en sus trece años). Solidez, bloque por encima de intereses particulares y construir desde atrás, desde el no regalar, como fórmula. Conceder poco y resolver arriba con la dinamita de la que dispone la plantilla, que no es poca.
Portería a cero, «bloque» y efectividad
Solo un gol encajado el Atlético desde el día del Betis. Así se ganó en París y en Mallorca, sostenidos por un gran Oblak, que todo hay que decirlo, y así se sacó adelante el partido ante Las Palmas en casa. Sin fuegos artificiales, pero con eficacia en las áreas, el Atlético ha encadenado cuatro victorias seguidas. «Cuando el equipo logra poder transmitir lo que mejor hace, que es competir, tener intensidad en el juego, y sobre todo jugar en un bloque, ya sea en un partido más bajo, o en otro más alto, compite bien. Ese ha sido el registro de todo este camino y la entrega de los futbolistas en este sentido nos ha ayudado todos estos años y nos beneficiará para seguir haciéndolo», explicó sin ningún tapujo al ser preguntado por si su equipo estba en la senda de volver a ser un equipo «molesto» en una rueda de prensa, en la que se mostró, además, como un «agradecido absoluto» por su extenso periplo en el club.
Van ya camino de 13 años, que se dice pronto, pero en su momento parecía inimaginable. En diciembre de 2011 tomó las riendas del Atlético de Madrid, un club por entonces inestable y que pasaba por un momento más que delicado, y el resto de la historia ya es de sobra conocida. Lo hizo a través de una idea tan efectiva como, por momentos, poco efectista. El qué, competir, por delante del cómo. Y lo afianzó de la única forma posible, con resultados. Y muchos.
12 años seguidos clasificando para la Champions, en las que llegó dos veces a la final. Dos campeonatos ligueros, una Copa, dos Europa League… y 412 victorias, por 156 empates y 131 derrotas. Un 59 % de partidos ganados, el porcentaje más alto de cualquier entrenador que haya tenido el Atlético, de lejos. El siguiente en la lista es Ricardo Zamora, con el 51 %. Datos, y certezas, que invitan a considerarle, como poco, como una de las dos o tres personas más importantes de la historia del club rojiblanco.
Y la cuenta sigue. Con contrato hasta 2027, no parece que el binomio Atlético-Simeone vaya a romperse próximamente, pese a algunos rumores que han surgido en los últimos días. Por ellos fue preguntado, y los despachó como siempre: «Alavés». Tirando de su libreto, y aunque todo el mundo sepa que el discurso es más de puertas para fuera, y reivindicando por enésima vez una forma de trabajar. La de alguien que ya lleva 699 partidos al frente de un mismo club solo hay una obsesión: el siguiente partido, el 700. Y ya se pensará en el 701 a partir del domingo.