Estados Unidos impulsa los drones colaborativos NGAD mientras define el futuro de los cazas tripulados de sexta generación con roles opcionalmente tripulados.
Contenidos sobre cazas de sexta generación
- La relación entre cazas tripulados y drones no está clara
- El B-21 Raider: la apuesta furtiva y opcionalmente tripulada
- El Tempest y la autonomía escalable
- El futuro de los drones de apoyo leal
- El debut del Sukhoi S-70 Okhotnik-B y su mal funcionamiento
- Progresos en Estados Unidos con drones CCA
- Detalles técnicos del Vanguard Model 437
- Los costos y la flexibilidad de los drones opcionalmente tripulados
La relación entre cazas tripulados y drones no está clara
Mientras que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos aún no define completamente la necesidad de un caza de sexta generación tripulado, continúa desarrollando drones colaborativos bajo el programa Next Generation Air Dominance (NGAD). Estos drones, también conocidos como leales de escuadrón, están diseñados para complementar y ampliar las capacidades de las plataformas tripuladas.
Un punto de ambigüedad radica en la distinción entre el caza tripulado y los drones no tripulados de escuadrón. Según los avances actuales, es posible que ambos sistemas sean opcionalmente tripulados, dependiendo de las necesidades operativas.
En esta línea, la idea de integrar aeronaves opcionalmente tripuladas no es nueva, pero genera preguntas sobre el alcance y la implementación práctica de estas capacidades.
La combinación de tecnologías de autonomía y tripulación busca enfrentar las exigencias de escenarios operativos más complejos y amenazantes, abriendo un nuevo horizonte para la guerra aérea.
El B-21 Raider: la apuesta furtiva y opcionalmente tripulada
El Northrop Grumman B-21 Raider, próximo bombardero furtivo de Estados Unidos, está diseñado para sustituir al Rockwell B-1 Lancer y al B-2 Spirit. Este innovador avión destaca por su capacidad de operar de manera tripulada o no tripulada, según lo confirmó la Fuerza Aérea.
El Raider, que realizará su primer vuelo en noviembre de 2023, podrá transportar armamento nuclear y operar en misiones altamente arriesgadas. Según informes, su producción se estima en aproximadamente siete unidades anuales, con una flota proyectada de alrededor de 100 aviones para 2027.
Un aspecto interesante del B-21 es que su diseño lo hace ideal para operar sin tripulación en misiones de penetración profunda en zonas hostiles, lo que refuerza su versatilidad en entornos de acceso denegado.
En contraste, se espera que soluciones tripuladas o aeronaves no furtivas, como el RQ-4 Global Hawk, se limiten a funciones de vigilancia remota fuera del alcance de las defensas enemigas, un papel que subraya las diferencias operativas entre estas plataformas.
El Tempest y la autonomía escalable
El futuro caza de sexta generación Tempest, desarrollado por Reino Unido, Italia y Japón bajo el programa GCAP, también contará con capacidades opcionalmente tripuladas. Según la Real Fuerza Aérea (RAF), este avión podrá operar en modos tripulados, no tripulados o combinados.
El Tempest integrará tecnología avanzada de procesamiento de datos tanto en la aeronave como en sistemas externos, además de ofrecer asistencia en la toma de decisiones para el piloto en vuelos tripulados. Este enfoque permitirá una mayor flexibilidad táctica en misiones de alta complejidad.
La RAF describe este concepto como “autonomía escalable”, un elemento que consideran clave en el desarrollo de operaciones aéreas futuras. Esta autonomía permite ajustar los niveles de intervención humana según las necesidades del escenario.
El propósito de esta capacidad es responder a las amenazas crecientes y a la complejidad operativa, marcando un cambio significativo en la forma en que se diseñan y emplean las plataformas de combate.
El futuro de los drones de apoyo leal
La Fuerza Aérea de los Estados Unidos y otros países ven en los drones de apoyo leal, o Combat Collaborative Aircraft (CCA), un elemento esencial para la guerra aérea moderna. Estas plataformas no tripuladas están diseñadas para complementar a las aeronaves tripuladas, aumentando tanto la potencia de fuego como la capacidad de supervivencia en combate.
El desarrollo de drones de apoyo leal no es exclusivo de Estados Unidos. Empresas como Airbus en Europa, Boeing con el MQ-28 Ghost Bat en Australia, y fabricantes en países como China, Turquía e India están invirtiendo en esta tecnología.
La revista Breaking Defense ha señalado que el NGAD podría incluir componentes opcionalmente tripulados, reflejando un cambio en las prioridades estratégicas de la Fuerza Aérea estadounidense. Además, la Air and Space Forces Magazine ha especulado que la pausa en el desarrollo del caza tripulado del NGAD podría estar relacionada con esta transición hacia sistemas autónomos o semiautónomos.
El avance global en estas tecnologías muestra que los drones colaborativos serán un factor decisivo en el futuro de la guerra aérea, ofreciendo una combinación de flexibilidad, potencia y reducción de riesgos para los pilotos humanos.
El debut del Sukhoi S-70 Okhotnik-B y su mal funcionamiento
El Sukhoi S-70 Okhotnik-B, el primer dron de apoyo leal compañero desarrollado por Rusia, vio acción por primera vez en la guerra en Ucrania. Sin embargo, la misión no fue exitosa debido a un fallo técnico. Como consecuencia, un Su-57 Felon realizó el primer derribo aire-aire conocido públicamente de un dron compañero, destruyendo su propia aeronave.
Este incidente pone de manifiesto los desafíos técnicos y operativos que enfrentan los sistemas no tripulados en escenarios de combate reales, así como la necesidad de mejorar su confiabilidad en entornos hostiles.
El desarrollo de drones leales compañeros representa un aspecto clave de las estrategias modernas de combate aéreo, pero los resultados iniciales han mostrado limitaciones importantes en términos de funcionalidad y eficacia.
Progresos en Estados Unidos con drones CCA
En Estados Unidos, los modelos seleccionados para continuar en el programa de Combat Collaborative Aircraft (CCA) incluyen el General Atomics XQ-67 y el Anduril Fury. Ambos son sistemas no tripulados diseñados para operar junto a aviones tripulados en misiones de combate.
No obstante, asumir que todos estos sistemas son completamente no tripulados podría ser una interpretación equivocada. Algunos modelos, como el Vanguard Model 437 de Northrop Grumman, ofrecen capacidades opcionalmente tripuladas como parte del proyecto Skyborg del programa Vanguard.
El Vanguard Model 437, derivado del modelo 401 Sierra, fue diseñado inicialmente como un dron avanzado de combate aéreo, pero también cuenta con una cabina, lo que sugiere la posibilidad de operaciones tripuladas. Según los analistas, esta característica puede acelerar el desarrollo, ya que las pruebas son más simples cuando se cuenta con un piloto.
Detalles técnicos del Vanguard Model 437
El Vanguard Model 437 realizó su primer vuelo el 29 de agosto de 2024. Este avión, que cuenta con capacidades de baja observabilidad, puede transportar hasta dos misiles AIM-120 en su bahía interna y tiene un peso bruto de despegue de 10,000 libras.
Con una carga útil de hasta 2,000 libras y un rango operativo de aproximadamente 3,000 millas náuticas, el Vanguard destaca por su versatilidad. Está propulsado por un motor Pratt & Whitney 535, lo que le otorga un balance entre desempeño y economía operativa.
Según declaraciones de funcionarios de Northrop Grumman, citadas por Alex Hollings de Sandboxx News, la empresa contempla versiones tanto tripuladas como no tripuladas de este avión. Esto refleja una tendencia hacia aeronaves opcionalmente tripuladas en el ámbito militar.
Los costos y la flexibilidad de los drones opcionalmente tripulados
Northrop Grumman ha indicado que las plataformas poco observables como el Vanguard podrían producirse por tan solo 5 o 6 millones de dólares cada una, siempre que existan pedidos a gran escala. Este costo es significativamente más bajo en comparación con sistemas como el MQ-9 Reaper, que no es furtivo y cuesta alrededor de 30 millones de dólares por unidad.
El concepto de aeronaves opcionalmente tripuladas también se extiende a otros proyectos, como el F-16 Fighting Falcon, específicamente con el Proyecto VENOM de la Fuerza Aérea de EE. UU. Este programa busca acelerar el desarrollo de software de autonomía en aviones tanto tripulados como no tripulados.
Según la Fuerza Aérea, VENOM está diseñado para modificar aeronaves F-16 y convertirlas en plataformas de prueba para evaluar capacidades autónomas. A pesar de su éxito, las capacidades actuales de estos “cazas zombis” son limitadas, pero eficaces dentro de su alcance.
La capacidad de alternar entre operaciones tripuladas y no tripuladas ofrece una flexibilidad estratégica significativa. En misiones complejas, contar con un piloto puede ser crucial, mientras que en tareas menos exigentes, operar sin tripulación permite reducir riesgos y costos.