La respuesta a la pregunta, hasta ahora, siempre había sido que no, que Irán nunca ha desarrollado armas nucleares ni lo hará porque, en palabras del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jameneí, pronunciadas hace dos décadas, hacerlo va en contra de los preceptos del islam. Irán es una República Islámica, una teocracia en la que el jefe de Estado es, también, el líder religioso.
Pero el ahora —el hoy— es distinto al ayer de hace 20 años. Irán, cada vez más acorralada en Oriente Próximo por los avances militares de Israel en Palestina y el Líbano contra las dos grandes milicias aliadas de Teherán, Hizbulá y Hamás, parece más dispuesta que nunca a cambiar de opinión respecto a la bomba atómica.
La victoria del republicano Donald Trump en las elecciones estadounidenses no ayuda: los círculos de poder en Teherán temen que el multimillonario vuelva a una política de «presión máxima» contra el país persa.
«Las declaraciones de altos funcionarios sobre la posibilidad de que Irán militarice su programa nuclear son cada vez más directas y frecuentes», explica Hamideza Azizi, académico iraní y miembro del Instituto Alemán para los Asuntos Internacionales y de Seguridad. «El debate sobre la necesidad de la disuasión nuclear se ha convertido en algo rutinario en los medios iranís. Y esto es una clara indicación del cambio de discurso oficial en Irán, teniendo en cuenta lo férreo que es el control gubernamental de todos los medios de comunicación«, continúa Azizi.
«El enemigo terrorista»
El debate en Irán sobre su programa nuclear y la bomba atómica, por supuesto, no es nuevo, sino que lleva décadas existiendo. Pero las voces se volvieron más insistentes a partir de 2018, cuando el entonces presidente estadounidense Donald Trump rompió el acuerdo nuclear negociado por su predecesor, Barack Obama, que arrancó el compromiso iraní de utilizar su programa nuclear tan solo para fines pacíficos.
Cuando Trump rompió el pacto, sin embargo, todo cambió. Irán comenzó con su programa de enriquecimiento de uranio, necesario para el desarrollo de la bomba. En la actualidad, Teherán posee uranio enriquecido al 60%; a un paso muy corto en tiempo para conseguir el 90% necesario para armar una bomba atómica. Irán, ahora, está al límite de convertirse en una potencia nuclear, como lo son EEUU, Rusia, Francia, el Reino Unido, China, la India, Pakistán y Corea del Norte. Israel, pese a no haberlo admitido nunca abiertamente, dispone también de armamento nuclear.
«El sagrado Corán nos ordena incrementar nuestro poder al máximo para atemorizar a nuestros enemigos y crear así una fuerza de disuasión armada. La nación iraní debe poseer cualquier arma que nuestros enemigos terroristas, Estados Unidos e Israel, también posean», ha dicho esta semana el parlamentario iraní Mahmud Nabavián, en una clara referencia, aunque sin nombrarla, al arma nuclear.
«La guerra en Gaza, que ya no solo queda limitada en la Franja, es el principal motor del cambio de discurso en Irán sobre su programa nuclear. En el pasado, la capacidad de disuasión militar iraní estaba definida por su doctrina de la ‘defensa avanzada’: la presencia y refuerzo de milicias regionales como Hizbulá en el Líbano o Hamás en Gaza», dice Azizi.
Tras los ataques israelís contra sus liderazgos y estructura, estos dos grupos han quedado ahora severamente dañados y debilitados. «Cada vez es más fuerte en Teherán la percepción de que establecer un empate nuclear —desarrollar la bomba— es la única vía posible para establecer una disuasión real [contra el enemigo]», continúa el experto.
Riesgos y ataques preventivos
Cruzar el umbral y convertirse en una potencia nuclear, sin embargo, alberga sus riesgos. «Las extensas inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) —cuyo director, Rafael Grossi, estuvo la semana pasada en Teherán—, sumadas a la penetración de los servicios de inteligencia israelíes en Irán sugieren que cualquier intento de desarrollar un arma nuclear probablemente sería detectado de inmediato. En ese caso, tanto Israel como, posiblemente, EEUU podrían tomar medidas preventivas«, considera Azizi.
Este ataque, de hecho, ya ha ocurrido supuestamente. «No es ningún secreto. Hay un componente específico de su programa nuclear que fue nuestro objetivo en el ataque», dijo este lunes el primer ministro israelí, Benyamín Netanyahu, sobre el bombardeo israelí del pasado 26 de octubre contra tres bases militares iranís que causó la muerte de cuatro soldados persas. Netanyahu no dio más detalles sobre qué componentes concretos del programa nuclear iraní fueron atacados.
«En este contexto, la reelección de Donald Trump probablemente aumente las tensiones regionales, y puede servir para que Irán acelere su avance hacia la fabricación de armas nucleares —explica Azizi—. El fuerte apoyo de Trump a Israel, en particular al Gobierno de [Binyamín] Netanyahu, podría envalentonar a Israel para atacar las instalaciones nucleares de Irán. Una acción de ese tipo podría ser, a su vez, el catalizador final que solidifique la determinación de Teherán de desarrollar un arma nuclear».