Quien siguiera en su momento la dura pugna radiofónica entre José María García y José Ramón de la Morena sabe que no es nada nuevo que se empleen malas artes para intentar que el rival periodístico no pueda entrevistar al protagonista del día. La inquina de aquel durísimo enfrentamiento, recreado recientemente en el pódcast ‘Saludos cordiales’, fue superior a la que se han mostrado hasta ahora Pablo Motos y David Broncano, pero esta semana ha habido sin duda una escalada en el conflicto entre los presentadores de ‘El hormiguero’ y ‘La revuelta’. Broncano acusó a Motos de llevar años boicoteándole, en una carrera de zancadillas desconocida hasta su último episodio, que tuvo lugar el jueves. Ese día, TVE iba a contar con la presencia de Jorge Martín, pero una llamada de las altas esferas habría impedido emitir la entrevista al campeón de MotoGP. Tras la rajada, Broncano anunció que en vez de esa charla se emitiría un programa de animales.
‘El hormiguero’ utilizó la red X para dar una respuesta que no se entendía demasiado: «Ha sido un malentendido sin mayor importancia. Dos semanas antes de la final, habíamos acordado contar en exclusiva con Jorge Martín en nuestro programa. Hoy uno de sus representantes ha cometido un error al cambiar la visita que tenían programada con otro piloto. Tras lo sucedido, Dorna, empresa organizadora del Mundial de Motociclismo, contactó con los representantes para resolver la situación». Por primera vez, Motos tiene un adversario real, que le gana en audiencia muchos días, y que compite contra él en otra gran cadena. Eso pasa.
Ha sido curioso ver las diferencias entre redes sociales en el apoyo a uno u otro presentador. Si en X, acusada de tener un sesgo derechista desde que la adquirió Elon Musk, ya era sin embargo muy mayoritaria la simpatía por Broncano, lo que había en Bluesky, su teórico reemplazo ‘progre’, era unanimidad a favor del presentador de TVE.
La otra gran polémica de la semana en las redes, de un calado político incalculablemente mayor, es la que levantó el empresario presuntamente corrupto Víctor de Aldama con su declaración sobre el también presunto dinero negro cobrado por dirigentes del PSOE. Si ya no se esperaba mucha limpieza por parte de Koldo García y José Luis Ábalos, expulsados del partido, no puede decirse lo mismo de Santos Cerdán, actual secretario de Organización socialista, a quien Aldama asegura haber entregado 15.000 euros en un sobre. «Alguien debería avisar en Bluesky de lo ocurrido», bromeaban el jueves, día de la declaración del empresario, @jnieto27 y otros usuarios de X.
El testimonio de Aldama ha sido recibido por los adversarios del Gobierno con una ilusión enorme: ven en él el torpedo definitivo que puede hacer caer a Pedro Sánchez. Desde esa trinchera no se cuestiona la credibilidad del empresario presuntamente corrupto, ni que sus acusaciones le hayan servido de momento para abandonar la prisión provisional: toda piedra contribuye a hacer pared, venga de donde venga. Lo resumió bien Juan Ramón Rallo, cuya ingente comunidad de seguidores en X es una punta de lanza contra la continuidad del Ejecutivo de izquierdas, en un mensaje en el que enlazaba los dos temas candentes del momento: «A Aldama no hay que creerle nada hasta que aporte pruebas. En cambio, la versión de ‘La Revuelta’ (frente a la de ‘El Hormiguero’) hay que creérsela a pies juntillas desde el comienzo».
Mientras Aldama aporta las pruebas que ha asegurado que tiene de sus acusaciones, otros intentan desmarcarse de la polarización haciendo chistes, que era la principal función de la mayoría de redes sociales hasta hace muy poco. «Vamos a ir luego unos cuantos con Aldama a tomar algo por Argüelles por si alguien se quiere apuntar», escribía @vvvhannah.
La credibilidad de la agencia Efe está fuera de toda duda, cualquier periodista español lo sabe. Pero en los últimos días la empresa, cuyo principal accionista es el Estado, ha cometido dos errores impropios de su prestigio. El primero fue extrañísimo: informó, mediante su cuenta en la red social X, de que un helicóptero se había estrellado contra la Torre de Cristal en Madrid. El segundo fue consecuencia de un bulo: el embustero Tomasso Debenedetti, que busca constantemente engañar a los medios, creó un perfil falso de la Editorial Tusquets y desde él informó de la muerte por infarto del escritor Fernando Aramburu. Efe no hizo más comprobaciones y mordió el anzuelo el pasado martes; el propio autor desmentía la noticia poco después desde su cuenta en X.
El presidente de Efe, Miguel Ángel Oliver, lamentaba los dos «errores» en una carta hecha pública el jueves. Los atribuía al «actual contexto, en el que se libra una batalla durísima entre la información veraz y la desinformación, entre los servidores del relato exacto de los hechos y los propagadores de bulos y mentiras», pero admitía que las dos informaciones sin contrastar «tienen efectos profundos y son desoladores» para quienes confían en la agencia. En otro comunicado, los periodistas de Efe se quejaron del «ritmo frenético que afecta a la elaboración de las noticias, contaminado por la presión de las redes sociales».
Habrá que acostumbrarse a las nuevas condiciones, advierten otros informadores. Antoni Daimiel, por ejemplo, que escribió en X: «Así estamos. Y aún el motor de la IA no está ni al 20% de rendimiento. Preparémonos para tiempos imposibles a la hora de informar e informarnos. Tendremos que cuestionar incluso lo que veamos y escuchemos. Adiestrar y engañar será más fácil que antes de la alfabetización».
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