«La calidad del sueño es mucho más importante que la cantidad. Hicimos un estudio con 4.000 personas y vimos que el sueño intermitente es mucho más problemático que el número de horas que uno duerme. Lo fundamental es dormir profundamente. Yo duermo entre 4 y 5 horas, pero muy profundo», reflexionaba en una entrevista con RAC1 Valentí Fuster, director general del I Mount Sinai Fuster Heart Hospital.
Tener un sueño de calidad es fundamental para el bienestar físico, mental y emocional. Por eso, las ciencias biomédicas vienen haciendo «un esfuerzo significativo para examinar las relaciones entre el sexo y los mecanismos subyacentes a varios estados de enfermedad y comportamientos, incluido el sueño», explican investigadores de la Universidad de Colorado en Bouldes, que acaban de publicar un nuevo estudio con animales. Este revela que las hembras duermen menos, se despiertan más a menudo y obtienen un sueño menos reparador que los machos.
Los hallazgos, que se han publicado en la revista Scientific Reports, arrojan luz sobre lo que puede subyacer a las diferencias de sueño entre hombres y mujeres. Además, indican que podrían tener amplias implicaciones para la investigación biomédica, la misma que durante décadas se ha centrado sobre todo en los hombres.
«En los seres humanos, los hombres y las mujeres presentan patrones de sueño distintos, que suelen atribuirse a factores relacionados con el estilo de vida y a la función de cuidadores», asegura la autora principal Rachel Rowe, profesora adjunta de Fisiología Integradora, según recoge un comunicado de la universidad. «Nuestros resultados sugieren que los factores biológicos pueden desempeñar un papel más importante en estas diferencias de sueño de lo que se creía anteriormente».
Durante los últimos 20 años, la importancia del sueño para la salud pública se ha reconocido cada vez más, por lo que la investigación ha experimentado un gran auge. Miles de estudios realizados en animales han explorado cómo la falta de sueño afecta el riesgo de enfermedades como la diabetes, la obesidad, el alzhéimer y los trastornos inmunológicos, y cómo estas enfermedades afectan al sueño. Los ratones han sido muchas veces los primeros en probar si los fármacos para el sueño funcionan y cuáles son sus efectos secundarios.
Falta de representación femenina
Claro que, como ocurre en otros tantos campos de la investigación, el estudio sugiere que muchos de esos resultados obtenidos han podido estar sesgados por la falta de representación femenina.
El hallazgo más sorprendente no es que los ratones machos y hembras duerman de forma diferente, sino que nadie lo había demostrado hasta ahora
«Básicamente, descubrimos que la cepa de ratón más utilizada en la investigación biomédica tiene un comportamiento de sueño específico para cada sexo y que no tener en cuenta adecuadamente estas diferencias sexuales puede conducir fácilmente a interpretaciones erróneas de los datos», indicó el primer autor Grant Mannino, graduado en Psicología y Neurociencia.
Para este estudio no invasivo, los autores utilizaron jaulas especializadas revestidas con sensores de movimiento ultrasensibles para evaluar los patrones de sueño de 267 ratones. Los machos durmieron alrededor de 670 minutos en total por período de 24 horas, aproximadamente una hora más que las hembras. Ese sueño adicional fue sin movimientos oculares rápidos (no REM), el sueño reparador durante el cual el cuerpo trabaja para repararse.
Lo que ocurre en otros animales
Los ratones son animales nocturnos y «duermen una siesta de unos minutos antes de despertarse para observar su entorno y reanudar después el sueño». El estudio descubrió que las hembras tienen períodos de sueño aún más cortos; su sueño es más fragmentado.
«La hipótesis de que las diferencias sexuales en la distribución del comportamiento sueño-vigilia pueden ser adaptativas está respaldada por observaciones en Drosophila , un modelo utilizado rutinariamente para estudiar la base molecular y de circuito de la regulación del sueño, en donde casi todas las líneas de moscas hembras (9000 líneas con mutaciones probadas) duermen menos que los machos», explican los autores.
Añaden que las moscas hembras duermen menos que los machos después del apareamiento, probablemente para satisfacer las demandas de alimentación. Entre los mamíferos, las hembras de tití de orejas negras con crías duermen significativamente menos que las hembras sin crías
«Desde un punto de vista biológico, podría ser que las hembras estén diseñadas para ser más sensibles a su entorno y estar excitadas cuando lo necesitan porque normalmente son ellas las que cuidan a las crías», apuntó Rowe. «Si durmiéramos tan profundamente como duermen los machos, no avanzaríamos como especie, ¿no es así?»
El cortisol y las hormonas sexuales
Las hormonas del estrés, como el cortisol (que promueve la vigilia), y las hormonas sexuales probablemente desempeñen un papel clave aquí. Por ejemplo, las mujeres tienden a reportar un peor sueño durante el período de su ciclo menstrual en el que los niveles de estrógeno y progesterona están en su nivel más bajo.
Algunos han planteado la hipótesis de que las mujeres, por naturaleza, necesitan menos horas de sueño. «Para mí, la pregunta es: ¿nos estamos generando demasiado estrés porque no dormimos tanto como nuestro marido o pareja [varón] y pensamos que nuestro sueño es deficiente cuando en realidad ese es nuestro perfil de sueño normal?», indicó Rowe.
Los autores esperan que sus hallazgos inspiren más investigaciones sobre las diferencias biológicas subyacentes. Y, sobre todo, esperan que el estudio impulse a los científicos a reevaluar su forma de realizar investigaciones. Es dcir, a incluir ambos sexos por igual cuando sea posible, analizar los datos de hombres y mujeres por separado y reevaluar estudios pasados que subrepresentaron a las mujeres .
«El hallazgo más sorprendente no es que los ratones machos y hembras duerman de forma diferente, sino que nadie lo había demostrado hasta ahora», afirmó Rowe. «Deberíamos haberlo sabido mucho antes de 2024«.