El avión M2-F1, diseñado en 1962 y volado por primera vez en 1963, es una aeronave de fuselaje sustentador que ha sido clave en el avance de la tecnología aeroespacial. Conocido como la “bañera voladora”, este modelo no solo destaca por su diseño poco convencional, sino también por sus importantes contribuciones a la exploración espacial de la NASA.

El M2-F1 es reconocido como el primer avión tripulado del mundo que utiliza un fuselaje sustentador, lo que representa un logro fundamental en la historia de la aviación. A diferencia de los aviones tradicionales, el M2-F1 depende exclusivamente de la forma de su fuselaje para generar la sustentación, lo que marca una diferencia esencial frente a la estructura convencional que utiliza alas para este fin.

La idea de un fuselaje sustentador sin alas no fue una elección meramente estética o excéntrica, sino una decisión visionaria que abrió nuevas posibilidades en la ingeniería aeronáutica. Este diseño se desarrolló como respuesta a la necesidad de crear naves espaciales que pudieran reentrar a la atmósfera de manera más controlada y segura, lo cual fue clave para las misiones de reentrada de las naves espaciales de la NASA.

Uno de los principales beneficios de este diseño fue la posibilidad de realizar aterrizajes horizontales después de reentrar a la atmósfera, lo que redujo considerablemente los riesgos asociados a los descensos a alta velocidad. Esto también permitió minimizar el daño causado por el intenso calor generado durante el reingreso, lo que resultó crucial para los futuros desarrollos de naves espaciales, incluyendo el transbordador espacial.

Especificaciones del M2-F1

  • Número de serie: N86652
  • Número de vuelos: 77
  • Longitud: 6,1 m
  • Altura: 2,90 m
  • Peso vacío: 454 kg
  • Peso máximo de despegue: 567 kg
  • Velocidad máxima: 240 km/h
  • Tripulación: 1

M2-F1: Avión sin alas que desafió los límites de la aviación

M2-F1

El M2-F1, un avión tripulado por seis pilotos de pruebas, incluido el célebre Chuck Yeager, realizó 77 vuelos. En pleno vuelo, el M2-F1 podía mantenerse en el aire durante varios minutos, alcanzando velocidades de hasta 190 km/h.

Según ChuckYeager.com, el M2-F1 ofreció a Yeager una oportunidad única para superar las hazañas de los pilotos que lo precedieron. Su principal competidor fue el piloto de investigación de la NASA, Milt Thompson, quien efectuó los primeros 17 vuelos del M2-F1. Yeager pilotó el avión en el vuelo 18, el 3 de diciembre de 1963. En su primer vuelo, Yeager, conocido por su competitividad, amplió los límites del avión, volando a velocidades tanto más altas como más bajas que las de Thompson, durante maniobras de aterrizaje. Luego, realizó un descenso más pronunciado hacia el lecho de un lago, se niveló y aterrizó con precisión en el punto que había señalado. Tras salir de la cabina, Yeager exclamó: “¡Se maneja muy bien!” según ChuckYeager.com.

Hace 75 años, el 14 de octubre de 1947, Chuck Yeager se convirtió en el primer piloto en romper la barrera del sonido.

El M2-F1 voló por última vez el 16 de agosto de 1966, con el piloto de la USAF y veterano de Vietnam, Jerauld R. Gentry, al mando. Los pilotos que formaron parte de las pruebas del M2-F1 incluyen, de izquierda a derecha, a Chuck Yeager, Jerauld Gentry, Bruce Peterson, Milton O. Thompson, Chuck Yeager, Donald Mallick y Donald Sorlie.

Pilotos y número de vuelos del M2-F1

  • Milt Thompson: 45 vuelos
  • Bruce Peterson: 17 vuelos
  • Chuck Yeager: 5 vuelos
  • Donald M. Sorlie: 5 vuelos
  • Donald L. Mallick: 2 vuelos
  • Jerauld R. Gentry: 2 vuelos

El M2-F1: Construcción modesta y vuelos innovadores

M2-F1

Aunque el concepto del M2-F1 era futurista, su construcción fue sorprendentemente sencilla. Su fuselaje fue fabricado con madera contrachapada de caoba, un material que reflejaba las limitaciones presupuestarias y, al mismo tiempo, el enfoque innovador de la época.

El proceso de construcción estuvo a cargo del Centro de Investigación de Vuelo de la NASA, con la colaboración de Gus Briegleb, de la Briegleb Glider Company, y Ernie Lowder, quien trabajaba para la NASA y participó en la creación del “Spruce Goose” de Howard Hughes. El armazón del M2-F1 se construyó con acero tubular, lo que le otorgó una estructura robusta, y el tren de aterrizaje se basó en el modelo de un avión Cessna.

Este uso de materiales demuestra la creatividad necesaria para construir una aeronave tan poco convencional y resalta la cooperación entre la NASA y los artesanos locales, todo realizado por un costo estimado de 30.000 dólares, relativamente bajo para la época.

En una escena que parecía más una película de ciencia ficción que una prueba aeronáutica real, el M2-F1 realizó su primer vuelo remolcado el 5 de abril de 1963 por un Pontiac Catalina convertible de 1963. Milt Thompson, piloto de pruebas, fue el encargado de levantar por primera vez el morro del avión usando este automóvil. Los primeros intentos enfrentaron problemas, debido a que el coche no tenía suficiente potencia para elevar completamente el M2-F1, pero tras ajustar el motor y añadir una barra antivuelco, el Pontiac modificado pudo remolcar el avión con éxito. A velocidades de hasta 177 km/h (110 mph), el M2-F1 logró planear brevemente en el aire.

El M2-F1 y la transición al remolque aéreo: pruebas clave para la NASA

M2-F1

Después del éxito del remolque terrestre, la siguiente etapa en las pruebas del M2-F1 fue el remolque aéreo, una fase esencial para evaluar sus capacidades en vuelo. Este paso representaba un avance crucial en la investigación sobre cómo el M2-F1 se comportaría en condiciones más realistas.

Para estas pruebas, se utilizó un potente avión remolcador, el Douglas C-47 Skytrain, que permitió lanzar el M2-F1 al cielo despejado, simulando las condiciones que enfrentaría durante el reingreso a la atmósfera de una nave espacial. Esta fase de remolque aéreo ayudó a introducir gradualmente al M2-F1 en el contexto del vuelo real, proporcionando datos cruciales sobre su aerodinámica y comportamiento en vuelo.

Los vuelos remolcados ofrecieron información vital sobre las características de manejo del M2-F1, datos que serían fundamentales para el perfeccionamiento de los futuros diseños de naves espaciales.

A medida que los lanzamientos exitosos aumentaban, el M2-F1 adquiría mayor estabilidad al planear, y los pilotos adquirían más experiencia en el control del avión sin alas durante descensos que imitaban las condiciones de reentrada reales.

El legado del M2-F1: Influencia en el desarrollo del transbordador espacial

M2-F1

El M2-F1 fue mucho más que una simple prueba de nuevas teorías aerodinámicas; jugó un papel clave en el diseño y la evolución del transbordador espacial de la NASA. Al demostrar la viabilidad del cuerpo sustentador, el M2-F1 probó que los vehículos sin alas podían reingresar a la atmósfera terrestre de manera segura y realizar aterrizajes horizontales, una característica esencial para el programa del transbordador.

Esta investigación proporcionó las bases para el desarrollo de posteriores cuerpos sustentadores de la NASA, como el Northrop M2-F2 y el HL-10, así como para el programa X-24 de la Fuerza Aérea de los EE. UU. Todos estos proyectos aprovecharon las lecciones aprendidas durante las pruebas del M2-F1.

Más allá de su aspecto peculiar, el M2-F1 se destacó como un pionero en la aerodinámica y el diseño de vehículos de reentrada. Su innovador concepto, su construcción y el éxito de su programa de pruebas validaron ideas que, con el tiempo, se convertirían en estándares en el diseño aeroespacial moderno, abriendo el camino para futuros avances en la aviación y la exploración espacial.

El M2-F1 original se encuentra actualmente en exhibición en el Museo de Pruebas de Vuelo de la Fuerza Aérea en la Base Aérea Edwards, en California, donde simboliza la innovación, la creatividad y el rompimiento de barreras en la historia de la aeronáutica.

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