Por primera vez en 25 días, el ruido de excavadoras, palas y ambulancias se ha cambiado por el de la música en la zona cero. En un atípico Santa Cecilia, patrona de los músicos, la Banda Primitiva de Paiporta y la Unió Musical de Picanya, han decidido sacar los instrumentos de nuevo a la calle, para ofrecer un homenaje, en forma de pasodobles, a todos los afectados por la dana que arrasó ambas localidades, incluidas sus sedes.
En Paiporta la emoción estaba a flor de piel. Una marcha ciudadana partió desde el Rajolar y recorrió distintas calles del municipio, incluido cruzar el barranco, hasta las puertas del Auditori, también devastado. A la llegada esperaban allí unos 70 integrantes de la Banda Primitiva, que decidieron dejar sus botas y su mono de limpieza para volver a sentirse músicos. El aplauso general, y alguna lágrima, inundaron la calle.
Muchos de los músicos habían perdido sus propios instrumentos, sobre todo los de gran tamaño como las tubas o los violonchelos, que se perdieron bajo el lodo que enterró su sede ubicada en el antiguo cine. Aún así, la enorme solidaridad de compañeros de profesión de otras localidades, les permitió volver a tocar ante el aplauso emocionado del resto de vecinos y vecinas de Paiporta, que siguen luchando cada día por poder retomar sus vidas. «Teníamos muchas ganas. No hemos podido ensayar pero es lo de menos, creo que hoy las notas salían solas», señala el presidente Luis Rodeanas, quien afirma que está desbordado con tantas muestras de solidaridad. El himno regional ha sido una de las piezas interpretadas.
«Nos han ofrecido ayuda e instrumentos desde todas partes, incluso desde fuera de España, tengo el teléfono que echa humo. Aparte de los que se han perdido en la sede, muchos músicos también perdieron los que tenían en sus casas», explica.
Aunque este concierto respira a una vuelta a la normalidad, Rodeanas dice que para eso aún queda mucho. «Lo hemos perdido todo y aún no ha venido del Consorcio. Después de quitar el barro, ahora vamos a arreglar las puertas con nuestro dinero y esperemos que lleguen las ayudas», señala, aunque seguirán luchando por reconstruir la sede. «Estamos vivos, tenemos que seguir, no hay otra», concluye.
«La muerte no es el final»
La marcha militar «La muerte no es el final» de Gabaráin Azurmendi empezó a sonar en la Plaça País Valencià de Picanya interpretada por unos 60 músicos de la Unió Musical de Picanya. El homenaje a los caídos por España que suena cada 12 de octubre, Día de las Fuerzas Armadas, se convirtió ahora en homenaje a las víctimas de la dana, diez en Picanya, y también al voluntariado. «Aunque no estamos para muchas celebraciones, queríamos hacer este pequeño homenaje a las víctimas y a toda la gente que nos ayuda», señala el presidente Paco Solá, quien afirma que la intención era hacer algo pequeño, sin molestar al consistorio. «Nos hemos encargado nosotros de llevar las sillas , y los atriles», explica.
Esta melodía volvió a enmudecer a la población, que paró por unos instantes su cansada rutina de limpieza y reparación. Después sonó el pasodoble «Nicasio Ruà», en honor al músico fallecido en pandemia, y por último el himno regional, que puso los pelos de punta a los asistentes, que han comprobado como nunca estos 25 días esa «germanor» que nos hace únicos. «Queríamos que sirviera de forma de escape. Los ánimos no son los adecuados y estamos agotados física y mentalmente, pero queríamos transmitir fuerza y esperanza», señala Solá, quien ya piensa en retomar la actividad.
Por suerte, el agua entró en una pequeña cantidad en la casa de la cultura, donde tienen su sede, y no lamentan grandes pérdidas. «Salvo los músicos que han perdido su instrumento en casa, el resto se ha salvado». Eso sí, su principal objetivo ahora es recuperar la escuela. «Si todo va bien los niños volverán a las aulas este lunes. La mayoría de alumnos los tenemos en el colegio Ausiàs March, y la idea es retomar allí las clases para que ellos también regresen a su rutina», apunta.