La obra de Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1949) ha transitado del pop y la posmodernidad (‘Laberinto de pasiones’) al clasicismo (‘La habitación de al lado’). Nutriéndose muchas veces de sí misma, ha desperdigado también un amplio abanico de referencias culturales, la mayoría de ellas situada en el ámbito de la cultura popular: cómics, fotonovelas, canciones, diseño.
En el aspecto musical, por ejemplo, ha mezclado boleros, tangos, rancheras, flamenco, Kurt Weill, las canciones de la nueva ola, Bola de Nieve, Chavela Vargas, Caetano Veloso, Jacques Brel, Estrella Morente, Miles Davis y Ennio Morricone. También ha recurrido a la danza con Pina Bausch y Joaquín Cortés; y a la fotografía y la pintura (Ouka Leele, Edward Hopper, Marc Chagall, Andy Warhol, Georgia O’Keeffe), el diseño y la moda (Jean Paul Gaultier, Versace, Bulgari). Todo ello le ha servido de inspiración, igual que el teatro (‘Un tranvía llamado deseo’, ‘La voz humana’) y, por supuesto, el cine, presente de muchas formas: referencias directas en las tramas de sus películas, motivos icónicos o el trasunto neorrealista de algunos de sus dramas.
Su último filme, ‘La habitación de al lado’, basado en la novela ‘Cuál es tu tormento’ de Sigrid Nunez, es uno de los mejores exponentes de esta habilidad tan propia de la posmodernidad que tiene para incrustar formal y narrativamente el cúmulo de referencias en su cine, aunque no en el sentido del pastiche referencial y el metalenguaje que ha caracterizado la obra de Quentin Tarantino o los hermanos Coen. En este drama sobre la muerte y el hecho de acompañar en la muerte, Almodóvar compone imágenes que remiten a los lienzos de Edward Hopper –al margen de que salga directamente una de sus pinturas, Gente al sol–, las películas de Douglas Sirk y el filme ‘Te querré siempre’ de Robert Rossellini e Ingrid Bergman, colocadas en el lugar justo y en el momento preciso.
‘Cuál es tu tormento’
Autora: Sigrid Nunez
Traducción: Mercedes Cebrián
Editorial: Anagrama
200 páginas. 18,90 euros
En el plano literario, la escritora encarnada por Julianne Moore está preparando un libro sobre las relaciones entre el novelista Lytton Strachey y la pintora Dora Carrington, y dos momentos culminantes atañen al monólogo de ‘Los muertos’ de James Joyce. Los personajes citan o hablan de Joyce y otros artistas sin que resulten cargantes, pedantes o en exceso intelectuales. Pertenecen a su mundo, que es el de Almodóvar, y el cineasta los utiliza como signo de gratitud a lo que han representado en su formación.
Tres perspectivas
La literatura juega un papel tan o más importante que el propio cine, y lo hace desde tres perspectivas. Por un lado, los libros que Almodóvar ha tomado como base para algunas de sus películas, no demasiados, porque es un director y guionista que tiende a escribir y filmar argumentos suyos. Por el otro, la presencia generosa y muchas veces determinante de los libros en sus películas. Y, en tercer lugar, la querencia literaria del propio Almodóvar, que durante muchos años escribió relatos sin ánimo de publicarlos, pero que hoy ya ostenta una cierta posición literaria que es, por supuesto, afín a su imaginario cinematográfico.
Almodóvar solo ha adaptado cinco novelas o piezas teatrales a lo largo de su amplia filmografía. ‘Carne trémula’ se basa en la novela del mismo título escrita por Ruth Rendell en 1986. Esta autora británica de género policiaco le gusta especialmente al director. De hecho, el primer capítulo del mismo libro está en la base de un filme anterior, ‘Kika’, y se da la circunstancia de que ‘Carne trémula’ es la única de sus películas en la que contó con un novelista en calidad de coguionista, Ray Loriga. ‘La piel que habito’ le debe bastante al filme de George Franju ‘Los ojos sin rostro’ –ambos son relatos de máscaras, cirugías y dobles identidades–, pero su trazado argumental pertenece a ‘Tarántula’, novela de intriga científica y psicológica de 1984 escrita por Thierry Jonquet.
Quizá sea ‘Julieta’ el filme más definitorio de la relación entre cine y literatura en manos de Almodóvar, ya que la película adapta, entrecruzándolos en una historia única, tres de los cuentos de Alice Munro incluidos en el volumen ‘Escapada’, los titulados ‘Destino’, ‘Pronto’ y ‘Silencio’. ‘Julieta’ se estrenó en 2016, tres años después de que la canadiense recibiera el Nobel de Literatura, por lo que el efecto del filme fue multiplicador.
‘Escapada’
Autora: Alice Munro
Traducción: Carmen Aguilar
Editorial: Debolsillo
344 páginas. 12,95 euros
El cuarto caso es ‘La voz interior‘, el corto protagonizado por Tilda Swinton que traduce, con mucha libertad, el estupendo monólogo homónimo de Jean Cocteau, ya versionado en cine en 1948 por Roberto Rossellini y con Anna Magnani. Pero es que el texto de Cocteau ya había inspirado una escena al teléfono de Carmen Maura en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ y aletea en varios momentos de ‘La ley del deseo’.
La quinta adaptación es ‘La habitación de al lado’, basada en una novela de la neoyorquina Sigrid Nunez, ‘Cuál es tu tormento’. No termina aquí está relación directa con la literatura como fuente de inspiración, ya que ‘Extraña forma de vida’, el wéstern en formato corto realizado el año pasado, transcribe un relato del propio Almodóvar, hasta el momento inédito. Y aunque fuera casi una coincidencia, la pata de jamón con la que Maura golpea a su marido en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ está conectada con la pata de cordero con la que una mujer engañada mata a su esposo en el cuento de Roald Dahl incluido en ‘Relatos de lo inesperado’, adaptado por Alfred Hitchcock en su serie de los 50.
Parte de la cotidianidad
Los libros, y los autores, tienen presencia diversa en sus películas. A veces forman parte de la naturaleza de los personajes. La protagonista de ‘La flor de mi secreto’, Leo (Marisa Paredes), es una escritora que, con el seudónimo de Amanda Gris, publica novelas rosas. Los referentes de Leo son mujeres: Virginia Woolf, Jane Bowles, Djuna Barnes, Janet Frame y Dorothy Parker, que también son referenciales para el director. La protagonista está escribiendo un ensayo sobre la idea de que la emoción que pueden sugerirle las obras de estas escritoras es igual a la que experimenta escuchando un bolero, algo muy Almodóvar. Para rematar, el ensayo se titula ‘Dolor y vida’, anticipándose en más de 20 años a la película de autoficción ‘Dolor y gloria’.
Si su formación cinematográfica empezó con John Waters, el recientemente fallecido Paul Morrissey, Russ Meyer, Richard Lester y el musical sobre el mundo de la moda ‘Una cara con ángel’, la literaria se inició con ‘Buenos días, tristeza’. De joven se sintió nihilista tras leer la novela de Françoise Sagan. «Hay otros seres como yo, no estoy solo», se dijo a sí mismo. Hay muchos reflejos en su cine procedentes de las obras que le hicieron ver el mundo de otra manera, porque, como escribió en un texto titulado ‘El mapa’: «Nací en una mala época para España, pero muy buena para el cine. Me refiero a los años 50».
‘Buenos días, tristeza»https://www.informacion.es/»Bon dia, tristesa’
Autora: Françoise Segan
Traducción: Pilar García / Josep Maria Pinto
Editoriales: Cátedra / Viena
208 / 184 páginas
12,95 / 16 euros
No se trata de fetichismo cultural. ‘¡Átame!’ está relacionada con ‘El coleccionista’ de William Wyler; ‘Carne trémula’ con ‘Ensayo de un crimen’ de Luis Buñuel; el wéstern feérico ‘Johnny Guitar’ aparece en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’; en ‘Hable con ella’ hay una referencia explícita a ‘El increíble hombre menguante’, del mismo modo que se utiliza un diálogo de la bergmaniana ‘Sonata de otoño’ en ‘Tacones lejanos’.
Brigitte Bardot, Ava Gardner y Gina Lollobrigida son las «grandes pecadoras» que aparecen fotografiadas en la habitación de la madre superiora de ‘Entre tinieblas’. No son meras citas a estrellas del pasado: «Convierto el cine que he visto en mi propia experiencia, que es la experiencia de mis personajes. Es un procedimiento narrativo, utilizo el cine como un narrador que hubiera leído, y no solo visto, una historia».
Identidad cultural
Cine y literatura continúan mezclándose. La película que mejor amalgama esta construcción de la identidad cultural es ‘Todo sobre mi madre’. En el filme hay ecos de ‘Opening night’ de John Cassavetes y ‘Eva al desnudo’ de Joseph L. Mankiewicz, mientras que la obra que representa la actriz encarnada por Marisa Paredes es ‘Un tranvía llamado deseo’, de Tennessee Williams (El Deseo es el nombre de la productora de los hermanos Almodóvar y un título mítico, ‘La ley del deseo’), y el personaje de Cecilia Roth le lee a su hijo el prefacio de ‘Música para camaleones’, de Truman Capote. El director planeaba por aquel entonces un filme sobre su madre –un ‘Todo sobre mi madre’ de verdad– en el que ésta leería a cámara algunos de los textos que más le gustaban a su hijo, y uno de ellos era el de esta obra de relatos y retratos completada por Capote en 1980.
‘Música para camaleones»https://www.informacion.es/»Música per camaleons’
Autor: Truman Capote
Traducción: Benito Gómez / Quim Monzó
Editoriales: Anagrama / Quaderns Crema
288 / 336 páginas
12,90 / 18 euros
Resulta muy natural que en sus películas aparezcan pilas de novelas encima de una mesita de noche, habitaciones tapizadas de libros, escenas en una biblioteca, planos de gente leyendo, libros que unos personajes regalan o prestan a otros. Si esas obras que aparecen fugazmente le definieran, Almodóvar sería, es, el más ecléctico de los lectores. Algunas de ellas son ‘Un ángel en mi mesa’ de Janet Frame, ‘Cuentos completos’ de Julio Cortázar, ‘La noche del cazador’ de Davis Grubb, ‘A causa de la noche’ de James Ellroy, ‘El conformista’ de Alberto Moravia, ‘La vida desenfrenada de Saylor y Lula’ de Barry Gifford, ‘El hombre que miraba pasar los trenes’ de Georges Simenon, ‘Carol’ de Patricia Highsmith, ‘La musa trágica’ de Henry James, ‘Suave es la noche’ de Francis Scott Fitzgerald, ‘Hablando del asunto’ de Julian Barnes, ‘Una dama neoyorquina’ de Dorothy Parker, ‘La tragedia griega’ de Albin Lesky, ‘Las olas’ de Virginia Woolf, ‘El amor’ de Marguerite Duras e incluso ‘El gen egoísta’, una obra divulgativa del biólogo evolutivo Richard Dawkins.
En algunos de estos casos (Moravia, Highsmith, Grubb, Gifford), las novelas han sido llevadas a la pantalla en filmes que seguro gustan a Almodóvar. Su película más personal desde el plano autobiográfico, ‘Dolor y gloria’, puede verse como la más confesional en cuanto a la literatura: Antonio Banderas, ‘alter ego’ del cineasta, lee o tiene en su casa ‘Llamadas telefónicas’ de Roberto Bolaño, ‘Libro del desasosiego’ de Fernando Pessoa, ‘El orden del día’ de Éric Vuillard, ‘En la orilla’ de Rafael Chirbes y ‘Retrato del novelista adulto’ de Colm Tóibín.
Narraciones en papel impreso
En ‘El último sueño’ (Reservoir Books, 2023), Pedro Almodóvar recopiló 12 relatos escritos en distintas épocas. El cine y los libros iban de la mano en sus inicios, ya que en el prólogo asegura que dos de ellos, escritos a finales de los 60 y centrados en el vampirismo y una peculiar interpretación de Juana la Loca como el mito de ‘La bella durmiente’, le habría gustado llevarlos al cine en su debut.
La práctica literaria de Almodóvar es recurrente y va más allá de estos relatos agrupados ahora en un libro que nos ofrece una visión panorámica de sus intereses primeros, pero también de sus certezas actuales. En una de las revistas emblemáticas de la movida madrileña, ‘La Luna de Madrid’, publicó las primeras entregas de las andanzas de Patty Diphusa. Estas historias breves de sexo y humor sin prejuicios y nuevaoleras fueron recopiladas en un libro, ‘Patty Diphusa y otros textos’ (Anagrama, 1991). Patty es una actriz porno que, capítulo a capítulo, mantiene relaciones con chicos bien, asiste a orgías, se acuesta con amigas y con taxistas y no duerme nunca. No desentonaría en ‘Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón’.
En 1993 escribió nuevos relatos semanales de su heroína para ‘El Mundo’ y antes la convirtió en protagonista de una fotonovela, ‘Toda tuya’ (1982), publicada en ‘El Víbora’, con fotos de Pablo Pérez Mínguez y protagonizada por Fabio de Miguel, alias Fanny McNamara. Con este formó un dúo musical, y las letras de las canciones que componía Almodóvar no tienen desperdicio: «Mi vida es puro vicio y esto me saca de quicio», cantaban en la Gran ganga, una de sus piezas más populares en los tiempos de la movida, incluida en el filme ‘Laberinto de pasiones’.
Autor de textos para ‘El País Semanal’, como ‘Mi diario americano’, donde ensayaba uno de los géneros que más le gustan, la autoficción y la autoentrevista –algo muy propio también de Truman Capote–, y de los prólogos y reflexiones incluidas en sus guiones editados, Almodóvar realizó en 1981 su obra literaria más delirante, ‘Fuego en las entrañas’ (La Cúpula), hoy prácticamente inencontrable. Es la historia de un magnate misógino llamado Ming –como cualquier personaje asiático malvado de las novelas baratas y los tebeos de los años 30 (el emperador Ming del planeta Mongo en ‘Flash Gordon’, sin ir más lejos)–, que convierte a todas las mujeres de Madrid en ninfómanas. El texto iba acompañado de ilustraciones de Mariscal. El libro se editó en Francia en 2022 (‘Le feu aux entrailles’), ahora con dibujos de Milo Manara.