Neveras, lavadoras, camiones, trailers, microplásticos, medicamentos, aceites o pinturas son algunos de los residuos que, desde el 29 de octubre, puede encontrar un paseante en l’Albufera tras la dana. Una Albufera que se encontraba, ya antes de la catástrofe, en unas condiciones medioambientales delicadas en cuanto a la calidad y la cantidad de agua, entre otras cosas, y que ahora enfrenta una situación de “desastre ambiental”. En las imágenes, algunas zonas de marjal parecen un vertedero. En algunos puntos, la lámina de agua es ahora un fangar en el que hay barcas encalladas que antes flotaban. Los expertos aseguran que todavía no se han podido hacer mediciones ni análisis detallados que confirmen o alejen la posibilidad de contaminación de las aguas. También, que los ecosistemas tienden a reequilibrarse: ya se vio tras la pantanada de Tous. La situación, pues, es de “catástrofe” o “desastre” pero no irreversible: con inversión, l’Albufera podrá volver a su equilibrio. Pero su equilibrio anterior ya era precario y ahora está amenazado por los residuos industriales arrastrados por la riada, la posibilidad de que los fangos estén contaminados, la colmatación de los fondos, el impacto sobre las especies o las aguas residuales que pueden pasar a la laguna ante el colapso de algunas depuradoras.

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