El libro Locos por los Gatos, del etólogo Claude Béata, es una nueva evidencia, de alta calidad, sobre la evolución en el conocimiento detallado de la psicología felina. El ensayo detalla todos los problemas que puede tener un gato, asimilables a los humanos, desde depresión a psicosis, bipolaridad u otros trastornos. Además, muchas enfermedades físicas que se están incrementando tienen detrás una problemática psicológica. Lo sabe muy bien Salvador Cervantes, director médico de la Clínica Felina Barcelona, que recibe a felinos procedentes de otras tantas clínicas.
-Los gatos también se deprimen. ¿Por qué?
-Todos los animales domésticos necesitan tener una buena salud mental, y esta se ve alterada cuando se apartan de su naturaleza más propia.
Tenemos muy poca cultura del gato. Hay quien dice que es traicionero y eso es no entenderlo
En los perros ha habido una domesticación clara, en los gatos no. Desde hace unos 10 mil años no han cambiado pero, en poco tiempo, con la vida moderna y los pisos, les hemos pedido un cambio radical, que ha conllevado problemas de comportamiento.
-¿Somos conscientes de que los gatos tienen problemas psicológicos que debemos atender?
-Normalmente, no, aunque se ha hecho mucho trabajo. El gato, a diferencia del perro, es más territorial. Tenemos muy poca cultura del gato. Hay quien dice que es traicionero y eso es no entenderlo.
Se han multiplicado por cuatro sus enfermedades cardíacas, que están influenciadas por la angustia, el estrés
-¿Nos cuesta entender que los gatos han de tener buena salud mental?
-Sí, porque a día de hoy todavía estamos en la superficie de entenderla. No es una salud mental intuitiva, necesita un entrenamiento. Los perros llevan 15 mil años domesticados. El gato, no, te escoge de forma voluntaria, te lo tienes que ganar. Y si no está bien hay que hacerle tratamiento psicológico. Se han multiplicado por cuatro sus enfermedades cardíacas, que están influenciadas por la angustia, el estrés… Muchas enfermedades orgánicas de los gatos son un reflejo de que no son felices.
-¿Pueden enloquecer?
-No es muy frecuente, pero pasa. Visitamos a 800 gatos al mes y dos o tres de estos casos son de agresividad redirigida, de psicosis con una agresividad brutal, como el caso de una señora que vine destrozada literalmente en la cara y los brazos. En estos casos, a menudo hay un desconocimiento absoluto por parte del tutor, a parte de una cierta predisposición genética.
-Habrá quien puede ver absurdo que un animal pueda tener depresión
-No es una depresión como la de los humanos, pero sí una alternación de la psique debido a una frustración continua por la falta de capacidad de adaptarse a nuestro entorno, porque no les dejamos. Prácticamente todas las enfermedades de los gatos tienen asociado un problema psicológico. Hay un resfriado pero debajo hay ansiedad, estrés, angustia que no deja que su sistema inmune mejore. Con el simple hecho de adaptar tu casa para que sea feliz, muchas enfermedades pueden desaparecer.
Con el simple hecho de adaptar tu casa para que sea feliz, muchas enfermedades pueden desaparecer.
-¿Se puede tratar, la depresión del gato?
-Tratamiento lo hay, en la UAB son punteros en comportamiento animal, el problema es que muchas veces la gente no entiende que esto tiene un coste que pasa por cambiar cosas en la estructura de tu casa para que puedan expresar su etograma. Y necesitan, a veces, psicofármacos como los de las personas: Fluxetina, benzodiacepinas como el Tranxilium… La gente no siempre lo entiende ni está dispuesta a pagar el coste económico, psicológico y físico que representa.
-¿No se les quiere lo suficiente?
-Cada caso es diferente. Muchas veces adoptamos o compramos un gato y no somos conscientes de las responsabilidades que conlleva, en una sociedad en la que la responsabilidad se va minimizando. No se trata solo ponerles comida y agua. Las mujeres cuidan mejor a los gatos.
-Se dice de ellos que son poco sociables…
-Para entender al gato hay que entender a los ratones. Dos perros pueden colaborar para cazar. Pero si eres un gato necesitas cada día comerte varios ratones y hay otro gato cerca se comerá a los tuyos. De entrada es poco sociable.
El gato es un victimista, siempre piensa que todo le va en contra
-¿Son rencorosos?
-No, pero no se sienten nunca tranquilos, porque son cazadores y son presas, y en cualquier momento cualquier cosa puede hacer que crean que su vida está en juego. El gato es un victimista, siempre piensa que todo le va en contra. Esto es fruto de su evolución.
-Si le hago algo mal ¿me podré reconciliar?
-Sí, pero tienes que respetar su ritmo de hacer las paces. Te quieres disculpar, pero él te deja claro que todavía no es el momento. Si fuerzas las cosas, te comunica: ‘te he dicho que todavía no’.
-¿Por qué gustan tanto?
-Porque son mucho más humanos en muchos aspectos, como en la necesidad de ganarnos las cosas. Un perro te las da. El gato no. Te dice ‘respétame, un poco tú y un poco yo’.