Los días 19 y 20 de diciembre, el Valencia CF presentará a sus accionistas en la Junta General ordinaria un balance con una cifra de negocio de 106,8 millones de euros, 11,2 menos que en el ejercicio 2022/23. Año a año, los ingresos continúan adelgazando. Su fondo de maniobra, de -95 millones, muestra la asfixia de una entidad incapaz de generar recursos propios mediante su objeto social, el equipo de fútbol y sus éxitos deportivos. Este abrumador paisaje económico ha llevado al club a reestructurar su deuda y buscar nueva financiación para conseguir poner en marcha el nuevo estadio, y también sobrevivir en la gestión de las obligaciones corrientes ganando tiempo para responder con los pagos.
En su conjunto, los préstamos negociados con Goldman Sachs relajarán el calendario de pagos, pero elevarán el pasivo en torno a los 500 millones. La deuda ascenderá claramente en un Valencia que pretende ahora obtener un máximo de 325 millones con el objetivo de completar las obras del Nou Mestalla. Conforme a las cuentas del ejercicio 2023/24, a 30 de junio del presente año la deuda neta acumulada alcanza los 284 millones de euros. Una cantidad que aumentará, considerablemente, cuando fructifique la negociación en la que el grupo de banca de inversión estadounidense está ejerciendo nuevamente de ‘broker’ al poner en contacto a la entidad blanquinegra con fondos a los que ésta prefiere no poner todavía nombres por cuestiones de confidencialidad.
Este último crédito de hasta 325 millones, que el Valencia aprobará en las votaciones de la Junta de accionistas, va a ir dirigido a la construcción del campo con las mejoras planteadas en el proyecto de ejecución y a ‘tapar’ otros gastos derivados del plan urbanístico -entre ellos, 11,3 millones del polideportivo de Benicalap- y el traslado de Aragón a Corts Valencianes. Entre los puntos que quedan por cerrarse en esta operación se encuentra el acuerdo con la UTE sobre los costes actualizados del campo.
121 millones suscritos
Hace unos días, la entidad valencianista cerró un primer acuerdo a través de Goldman Sachs para obtener dos líneas de crédito que suman 186 millones. La primera línea, prestada por diferentes fondos de pensiones del país norteamericano, asciende a 121,3 millones, y con ella se ha cancelado las que anteriormente estaban abiertas con CaixaBank, Right and Media y Gedesco. El tramo medio de devolución de estos préstamos tiene un plazo de siete años y medio a un tipo interés del 6,53 %. Con una carencia de dos años para el capital principal, el pago de intereses empezará a partir de julio de 2025. Las garantías acordadas con este conjunto de prestamistas consisten en el 100 % del disponible de los derechos de televisión y el 100 % de lo que se ingrese en concepto de patrocinios.
En esta primera línea de crédito, según aseguran fuentes del Valencia CF en una reunión con los medios, el estadio de Mestalla queda libre de cargas -no hipotecado-, a diferencia de lo que sucedía previamente con CaixaBank. Igualmente, quien queda liberado en esta operación de reestructuración es el máximo accionista, Peter Lim, que desde la suscripción de los 121 millones puede desprenderse de la mayoría accionarial de la sociedad anónima deportiva. La ‘quita’ que Bankia le concedió en 2014 (PSA) se ha esfumado y, con ella, la restricción de no poder traspasar el 51 % de las acciones hasta 2026 sin el permiso de CaixaBank.
En el Valencia CF se hace hincapié en que se ha cerrado un interés fijo (6,53 %) inferior al 6,8 que existía con CaixaBank, que además era de carácter variable. Una circunstancia que, de haber seguido con los antiguos acreedores, hubiera disparado la devolución de deuda a un interés del 7,38 %.
65 m directamente de Goldman Sachs
La segunda línea, de 65 millones, se trata de un préstamo puente otorgado directamente por Goldman Sachs a un interés del 7,3, aunque este podría variar al no estar totalmente cerrado. A un año vista, tiempo del plazo, estos 65 millones se destinarán a cubrir parte del crédito, más importante, que se está negociando a través de la misma entidad para poder completar la obra del nuevo campo. Fuentes del club se reafirman en que en la operación de reestructuración de deuda de 186 millones ninguno de los estadio está hipotecado.
Ahora, el Valencia trabaja en un nuevo préstamo de «como máximo 325 millones de euros», eso sí, con la intención de que dicha cantidad pudiera ser inferior, a un tipo de interés menor al de las líneas de crédito por valor de 186 millones. El objetivo de esta operación, cuya negociación está en marcha, es financiar la construcción del nuevo campo, y, al mismo tiempo, hacer frente a los costes adheridos al cambio de estadio (hipotecarios, impuestos, gestiones con el Ayuntamiento, puesta en valor de los restos arqueológicos, etc.) y alimentar la cuenta de reserva que sirva de respuesta a esta misma deuda.
Por Aragón, más de 100 m Respecto al plazo, con Goldman Sachs se está negociando a 20-25 años. Los intereses comenzarían a afrontarse a partir del próximo julio y el capital del préstamo no se empezaría a pagar hasta enero de 2027. Los planes del Valencia pasan por amortizar una porción importante del préstamo cuando lograse la venta de los terrenos del actual estadio situado en la Avenida de Aragón. De hecho, los cálculos que hacen los responsables económicos de la entidad son los de obtener una cifra superior a los 100 millones por dicha parcela.
Evidentemente, lo percibido por el terciario del Nou Mestalla, que será de Atitlan por 35 millones de euros, también se destinará a afrontar este crédito que comprometerá al Valencia a largo plazo. Asimismo, todos los ingresos que genere el nuevo estadio -abonos, ‘hospitality’, ‘naming’, conciertos y todo tipo de eventos- formarán parte de las garantías que obtendrán los prestamistas, también fondos de pensiones de los Estados Unidos, así como la parcela del Nou Mestalla, de uso deportivo, pero que contará con un valor hipotecario.
Desde el club se admite la existencia de una deuda alta, si bien, se pone el foco en la ampliación de los plazos de pago. Incluso, se apunta que el servicio de pago anual que tendrá que asumirse, cuando concluya el tiempo de carencia, significará una carga menor en 6-7 millones en el agregado de capital más intereses a los 38 del ejercicio 23/23, que han supuesto casi el 40 % de los ingresos globales.
Al total de deuda que se adquirirá con Goldman Sachs, probablemente un máximo de 446 millones tras la amortización del préstamo puente, habría que sumarle también el crédito renovado del máximo accionista de 35 millones e, incluso, el préstamo subordinado de CVC. Del fondo británico llegaron al Valencia 121,4 millones, de los cuales 80 están reservados para la infraestructura del estadio. Y esa es la cantidad con la que el club garantiza el comienzo de las obras.
En cuanto al préstamo de Lim, el plazo se amplió y no se lo cobrará a partir del próximo mes, sino que el 70 % pasará a abonarse entre el 15 de diciembre de 2025 y el 15 de diciembre de 2028. El 30 % restante se liquidará el 1 de julio de 2029. Esta línea de crédito cuenta con un tipo de interés similar al más bajo de los préstamos vigentes. Precisamente, es la abundancia crediticia uno de los factores que exprime los recursos propios del club, para los que, alejado de la élite del fútbol, tiene cada tiene menor capacidad de producción. Así, en los últimos cuatro ejercicios, el Valencia ha sufrido una rémora de 45 millones dedicados a intereses.
Lo acordado en su día por CVC y la Liga no son más que préstamos blandos garantizados totalmente con los derechos de televisión a 40 años vista. El pasivo real del Valencia, por lo tanto, se dispararía por encima de los 500 millones antes de explotar la venta del suelo del viejo estadio, que se convertirá en terciario en una de las zonas más selectas de la ciudad y el terciario del nuevo. Fuentes del club, por ello, esgrimen que una vez terminado el campo, y con la deuda reestructurada, «el Valencia valdrá más», y las acciones de la SAD tendrán también un valor mayor.
¿Y si se baja a Segunda División?
La construcción del estadio, conforme a las explicaciones que da el Valencia, se convertiría posteriormente en la fuente de ingresos esencial para afrontar las obligaciones adquiridas por un club que no planea subir ingresos mediante inversión en la plantilla y el aumento de lo percibido por competiciones UEFA. De hecho, la venta de jugadores seguirá siendo una partida clave de futuros balances. Los planes de negocio a partir del estadio y lo que generase se verían seriamente afectados en caso de un descenso a Segunda. Si se produjera, el regreso a Primera en los dos años de carencia de préstamos sería una cuestión de urgencia. Asimismo, se crea una cuenta de reserva con 6,9 millones, cuota máxima a amortizar el primer año. Además, en los préstamos no se han hipotecado las ayudas al descenso de la Liga.