Dos errores han puesto en el disparadero a la Agencia EFE durante los últimos días. El primero se produjo la semana pasada, cuando una persona de su departamento digital lanzó un tuit que alertaba de que un helicóptero había chocado contra la Torre de Cristal madrileña. Era falso. También lo fue el fallecimiento de Fernando Aramburu, que lanzó esta empresa a través de su línea por otro error. En este caso, tras considerar como cierto el mensaje que publicó en X una cuenta falsa que se hacía pasar por su editorial.
Eso motivó la celebración de una reunión extraordinaria del Consejo de Administración de la agencia y la remisión de una carta a sus trabajadores por parte de su presidente, Miguel Ángel Oliver, exsecretario de Estado de Comunicación. “Quiero pedir perdón a los medios de comunicación, instituciones, organismos y empresas que cuentan y confían en nuestros servicios”, expresó.
Y añadió: “La veracidad y el rigor de EFE se han visto muy dañados por nuestros propios fallos”.
Polémicas recientes
No es la primera vez que la credibilidad de esta empresa de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales queda en entredicho en los últimos tiempos. De hecho, el nombramiento de Oliver generó una fuerte polémica, dado que tan sólo dos años y medio antes había formado parte del Ejecutivo de Sánchez y eso podía comprometer la independencia de la agencia, según denunció la oposición parlamentaria.
Un tiempo antes, EFE acaparó diversos titulares hace unos años después de que su presidente, Fernando Garea (2018-2020), fuera destituido por las discrepancias que había generado su gestión dentro de Moncloa. La noticia de su despido se la comunicó Oliver en un restaurante madrileño.
EFE cuenta con diversas oficinas en España y en el mundo. En concreto, dispone de 16 delegaciones, 5 subdelegaciones y 9 oficinas permanentes en terreno doméstico; y 43 sedes en el extranjero, distribuidas en los cinco continentes. Junto a RTVE, es el medio con una mayor proyección internacional del país.
Las cuentas de EFE
Su situación financiera no es sencilla y durante los últimos años acumula abundantes pérdidas. No parece que 2024 vaya a ser distinto. Según transmitió uno de sus directivos a representantes del Comité Intercentros recientemente, la previsión es cerrar el año con un déficit de 18 millones de euros.
Esta cantidad sería similar a la del año anterior, cuando su resultado negativo ascendió a 18,85 millones de euros. En 2022, los números rojos fueron de 14,59 millones. Desde que comenzó la crisis económica, la última línea de su balance siempre ha mostrado un desequilibrio.
La Comisión de Seguimiento del Servicio de Interés Económico General (SIEG) -la que determina la financiación de EFE- fijó en 53,9 millones de euros, en 2016, la aportación que podría recibir anualmente en compensación por la función pública que desempeña en España.
Según las conversaciones que mantuvieron la empresa y los sindicatos, en los últimos meses, se ha barajado la posibilidad de incrementar esa dotación entre 5 y 11 millones de euros anuales para intentar que la agencia recupere su equilibrio financiero. Este periódico ha contactado con fuentes oficiales de EFE para intentar aclarar este punto, pero no ha recibido ninguna contestación.
Datos negativos
Sea como sea, en su último informe de cuentas se aprecia que su cifra de negocios se mantuvo estable en 2023 –86,7 millones de euros-, pero no así sus gastos de personal, que incrementaron desde los 69,3 hasta los 73,82 millones de euros, en un fenómeno que estuvo relacionado con el aumento de los salarios.
Los costes de explotación fueron de 30,46 millones de euros, de los que prácticamente la totalidad tuvieron que ver con los servicios exteriores que presta esta empresa.
EFE cuenta actualmente con alrededor de 1.100 trabajadores. Sus principales clientes son los medios de comunicación y las empresas y Administraciones públicas. Algunos de sus anteriores presidentes han reiterado en sus respectivas comparecencias parlamentarias su malestar por las diferencias presupuestarias con los competidores en el exterior de la agencia pública española de noticias -como AP o AFP-, mucho mejor dotados.