“Una cosa que haré muy pronto en la administración es cerrar el Departamento de Educación en Washington, DC”, advertía Donald Trump en un vídeo de su campaña. El ahora presidente electo decía en el anuncio que los funcionarios públicos que trabajan en el departamento “odian a los niños” y culpaba a las escuelas de “adoctrinar a los niños con material racial, sexual y político inapropiado”, en referencia a contenidos inclusivos de educación cívica. Trump volverá al poder con la rama legislativa a favor, pero algunos republicanos de la vieja guardia ya han dicho que no le darán carta blanca, por lo que la pregunta es hasta dónde podrá llegar con su promesa electoral.
La propuesta más conocida es la de prohibir libros. Esto es solo la punta del iceberg del intento de moldear el currículum obligatorio, pero también es una verdad a medias: el ejecutivo no puede prohibir la venta de determinados títulos. Lo que sí puede hacer es eliminarlos de las listas de lectura obligatoria y de las bibliotecas de colegios e institutos. Novelas como ‘1984’ de George Orwell, ‘El cuento de la criada’ de Margaret Atwood o ‘El diario de Ana Frank’ ya se han empezado a retirar de las estanterías escolares de algunos de los distritos más conservadores. Otras formas de censura incluyen eliminar capítulos de la historia americana, como los referentes a la esclavitud, en respuesta a un movimiento liderado por padres y madres blancos que dicen que esos contenidos hacen sentir culpables a sus hijos blancos.
Cruzada anti ‘woke’
La cruzada de Trump contra la educación parte de la guerra declarada contra lo que él denomina movimiento ‘woke’ (literalmente, ‘los despiertos’ en inglés, en referencia despectiva al sector social más progresista), sumado a la creencia de que un recorte de presupuesto y de personal de la administración pública hará más eficiente al sistema. Para ello, ha fichado a dos multimillonarios, Elon Musk y Vivek Ramaswamy, para liderar un nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. Pero para cerrar un departamento (equivalente a un ministerio en España) va a necesitar a Congreso (que apunta a una victoria republicana pero aún sigue el recuento) y al Senado, donde sí hay mayoría republicana de 53 escaños frente a los 47 demócratas.
Sin embargo, necesitará una supermayoría de 60 sobre 100 para sacar adelante una medida tan estructural. La complicidad de los demócratas es improbable; incluso es dudoso que todos los republicanos estén a favor. Por eso, la pregunta es, ¿se conformarán con un ‘no’ por respuesta? Probablemente no. Pero hay otras reformas sustanciales que podrían emprender en solitario.
La estrategia de Trump aquí es similar a la del aborto: no dice que lo quiere prohibir, sino que la decisión debe quedar en manos de los estados, lo cual, de facto, implica su prohibición en medio país. En educación, solo el 10% del presupuesto se gestiona a nivel federal. Aún así, son unos 60.000 millones de dólares al año destinados a la integración de alumnado en situación de pobreza y con discapacidad, y gestiona préstamos estudiantiles por valor de 1,6 billones de dólares. La supresión del departamento dejaría en el aire estos programas.
Censura a la esclavitud y anti-trans
Entre tanto, Trump pondrá al frente de este departamento que quiere cerrar a Linda McMahon, exejecutiva de la empresa multimillonaria de lucha libre World Wrestling Entertainment, que preside un comité de recaudación de fondos pro-Trump y que tiene una experiencia apenas testimonial en educación a nivel local. Trump celebró en un comunicado que McMahon vaya a avanzar en dos objetivos principales que él llama el derecho ‘a saber’ de los padres (relativo a censurar el currículum) y la «elección escolar universal», que daría a todos los contribuyentes la opción de desviar sus impuestos destinados a la escuela pública de su distrito y dirigirla en su lugar a, por ejemplo, a una escuela religiosa, incluso en otra parte del estado.
«Sacar a los niños de los deportes femeninos» ha sido otro mantra de la campaña de Trump, declarando la guerra a los niños y las niñas trans, tergiversando las leyes de inclusión aprobadas bajo la Administración Biden, que simplemente extendieron la declaración de los derechos civiles para explicitar la prohibición de discriminar por razones de género en las escuelas. Esta medida sí que podría ser fácilmente revertida por Trump.
También parece que será el fin del programa de Biden para condonar la deuda de los préstamos universitarios. En 2023, cuando el Tribunal Supremo hizo a Biden detener este programa, Trump dijo que habría sido “muy, muy injusto para los millones y millones de personas que han pagado su deuda con trabajo duro”, y parece claro que lo revocará independientemente de que el departamento de Educación siga existiendo.