En la fatídica tarde del 29 de octubre, igual que en la noche y madrugada del 29 al 30 de octubre, se vivieron multitud de gestos heroicos que han cambiado la vida de los valencianos y que van a marcar la historia de generaciones enteras y de miles de familias. En Picanya, se vivió uno de estos episodios cuando un vecino consiguió rescatar a una mujer en silla de ruedas que trataba de ponerse a salvo con ayuda de sus familiares, que a duras penas trataban de empujarla contracorriente para ponerla a salvo. En ese momento, la riada ya había alcanzado casi un metro por la calle y una sobrina de la mujer, iba gritando «¡Socorro, socorro!» porque temía por sus vidas. Este hombre Toni Amoraga se había refugiado junto a su esposa en una finca cercana a su casa, una vivienda de planta baja que a esas alturas ya se había inundado. Vio a estas 4 personas, que caminaban a contracorriente en dirección hacia el centro del pueblo y no dudó ni un segundo: «¡Hay que salvarlos!» se dijo.

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