Quizás hoy Manolito seguiría viviendo en el piso familiar de Carabanchel y, de tener trabajo, estaría buscando un sueldo mejor para independizarse y mudarse al centro, aunque fuese a una habitación compartida. O quizás estaría valorando seguir en casa de sus padres un poco más y ahorrar para la entrada de un coche. No se sabe qué destino habría tenido Manolito Gafotas, porque siempre será el entrañable niño espabilado de 10 años que sigue viviendo en las páginas de los libros que escribió Elvira Lindo.
El primer libro que protagonizaba este niño de barrio, con sus inseparables gafas y la visión de un mundo que todavía trataba de entender, apareció en 1994. Pero la historia de Manolito empezó un poco antes, cuando Lindo le dio vida en la radio. Fue un personaje al que ella misma ponía voz cuando colaboraba en A vivir que son dos días, el programa de la SER dirigido por Fernando Delgado. Las conversaciones de aquel pequeño descarado con “Fernandodelgado” se hicieron populares en cuestión de poco tiempo, y este éxito en las ondas fue el que hizo que Lindo, animada por Antonio Muñoz Molina y Juan Cruz, se decidiera a poner en papel las aventuras de Manolito. Pero la continuación de Manolito Gafotas no fue planificada. “El primer libro me dio la oportunidad de poder ser independiente y de pensar en otras cosas”, ha comentado Lindo esta mañana en el aniversario de los 30 años de Manolito Gafotas. Sin embargo, lo que verdaderamente impulsó la saga fue el entusiasmo de los jóvenes lectores: que los niños empezaran a escribir a la autora preguntándole por el próximo libro y que la empezaran a llamar de colegios para dar charlas sobre el personaje fueron los motivos que la convencieron para escribir las siguientes entregas.
Así fue como la autora creó un universo literario que continuó con títulos como Pobre Manolito (1995), ¡Cómo molo! (1996), Los trapos sucios (1997), Manolito on the road (1998), Yo y el Imbécil (1999), Manolito tiene un secreto (2002) y Mejor Manolo (2012). Toda la serie está ahora recogida en un estuche conmemorativo , Todo Manolito Gafotas, con el que Seix Barral y Lindo han querido celebrar el aniversario. “El tiempo circula como quiere en los libros”, reflexionaba Lindo al hablar sobre la línea temporal de Manolito, que a pesar de haber crecido hasta la universidad en Mejor Manolo, sigue atrapado en esa infancia tan especial. A pesar de los años, las aventuras de este niño con gafas grandes siguen despertando el interés de las nuevas generaciones de lectores. Así lo demuestran los datos de Seix Barral, editorial responsable de las nuevas ediciones de la saga, que cifran los ejemplares vendidos en dos millones solo en España. Manolito ha sido traducido a más de veinte idiomas, y algunos relanzamientos internacionales han sido muy exitosos: «Hace tres años, llegaron las liquidaciones de China y entonces fueron 360.000 ejemplares».
El barrio explicado a los niños
Carabanchel no es un simple telón de fondo en las historias de Manolito. Su autora afirma haber sido una de las primeras en hablar de la vida de barrio a los niños: “Había libros para adultos, pero el barrio y la vida urbana no aparecían en la literatura para niños”, sostiene. Habla de la importancia que tiene para los ellos conocer este tipo de entornos en los que antes existía el tiempo libre y el “bajar a la calle, hablar con los vecinos y tener amigos con los que jugar en un parque en el que no había nada”, en contraposición a la “sobrecargada agenda que tienen hoy en día”. La vida de los niños ha cambiado en las últimas décadas con actividades extraescolares y horarios que parecen no terminar. “Les hemos generado un mundo estresante. A lo mejor bajarse a la calle sería más saludable para un niño”.
El barrio en el que Lindo vivió y que describió en Manolito Gafotas ha cambiado, pero no ha perdido su esencia: “Vuelvo allí y tiene cierto parecido, no me resulta extraño. Manolito ahora cambiaría, sí, pero no tanto, porque el barrio sigue estando ahí”, señaló. Según la autora, Carabanchel se ha convertido en una zona que enfrenta nuevas amenazas, como la gentrificación impulsada por grandes inversoras que compran edificios enteros y otras cuestiones que «quizás a Manolito le entristecerían, pero no voy a poner al personaje al servicio de mis opiniones».
Un personaje imperfecto
Manolito no es un héroe convencional: ni es el más audaz, ni el más listo. “Es un poco cobardón, pero es precisamente esa imperfección la que hace que se alíe con niños que, como él, tienen la capacidad de escuchar y de contar”, lo describía Lindo, asegurando que es exactamente la imperfección la que lo hace un personaje real y cercano. “Es fantasioso, maniático y algo celoso”, decía la autora, añadiendo que nunca ha querido educar a nadie a través de su personaje: “No he pretendido educar a ningún niño. No he sabido casi ni educar a los míos”, bromeaba. Sin embargo, la conexión de Manolito con los lectores ha sido profunda: la autora cuenta que los niños, tanto en España como en lugares inesperados, han encontrado en Manolito a un amigo con el que pueden identificarse: “Niños muy inteligentes que pasaban momentos difíciles han visto en Manolito un personaje en quien pueden confiar, porque es alguien que también siente miedo y vulnerabilidad. Me escribí con una chica de Irán que me contó que el personaje la había acompañado en un momento muy complicado”.
Elvira Lindo no cierra la puerta a nuevas historias, pero asegura que un Manolito alejado de su infancia le resulta complicado de imaginar: “Me cuesta mucho pensar en sacarlo de ahí”, admite. La autora reveló que está trabajando en un proyecto radiofónico con el personaje que podría inspirar un nuevo libro: “Este año vamos a volver con Manolito por los 100 años de la radio, con una historia en la que van a participar actores jóvenes”. Por ahora, Lindo será fiel a la esencia del personaje y a su particular visión del mundo.No quiere cambiar su lenguaje para adecuarlo a la sociedad actual. “No hace tanto que escribí el último libro… No podría hacer limpieza de las expresiones”. Mientras tanto, nuevos lectores seguirán descubriendo el universo de Manolito Gafotas, que sigue “molando un pegote” también a sus 30 años.