Luiz Inacio Lula da Silva dibujó este martes la mejor de las sonrisas posibles mientras se tomaba una fotografía más con sus colegas presidentes y jefes de Estado en el cierre de la cumbre del G20, en Río de Janeiro. Muchos de los analistas que observaron la imagen no dudaron en sostener que, en ese momento, la mente de Lula podía estar en otra parte. La policía brasileña había detenido al exministro de Defensa del Presidente Jair Bolsonaro, el general Walter Braga Netto y otros uniformados, tres coroneles y un policía, acusados de planificar el asesinato de un Lula que acababa de ganar las elecciones en octubre de 2022. No solo querían matar al hombre que había derrotado a Bolsonaro. También a su vicepresidente, Geraldo Alckmin y, posteriormente a Alexandre de Moraes, entonces presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSF) e integrante del Tribunal Supremo (STF). Uno de los operativos de la Policía Federal (PF) tuvo lugar en la misma Río ciudad sede de la cumbre de los países que representan el 85% del PIB mundial.

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