Este fin de semana se ha celebrado en Madrid el Congreso “Católicos y Vida Pública”. Organizado por la Asociación Católica de Propagandistas, el Congreso ha cumplido su vigesimosexta edición, este año con el título “Quo Vadis? Pensar y actuar en tiempos de incertidumbre”. Como se recoge en el Manifiesto del Congreso, cuanto mayor es la pérdida de referencias permanente, mayor es el desorden social, y, en ese sentido, nuestro tiempo nos urge a una respuesta que pasa, en primer lugar, por un cambio de actitud personal. Es preciso que los católicos tomemos conciencia del papel que nos corresponde, convoquemos a una nueva generación y salgamos de un intento de marginación y desprecio de una moda dominante, que parece empeñada en no entender la causa de la crisis. Tan equivocada es la consideración de que todos los católicos pensemos lo mismo en todas las cuestiones políticas, como concluir que no tenemos cohesión alguna en el ámbito público, razón por la que deberíamos abstenernos de toda toma de posición social y política. No se trata de buscar, encontrar y apoyar una opción política partidaria, sino de enunciar y articular una estrategia o un conjunto de iniciativas, a modo de plan que contribuya a una toma de conciencia de la gravedad de la situación, conscientes de hasta qué punto los fundamentos de nuestra civilización están siendo atacados en su raíz. La transformación de un catolicismo social, por lo general silencioso e irrelevante, en una minoría creativa, tal y como nos interpelaban Benedicto XVI y Francisco, sigue siendo un desafío. Ponernos manos a la obra supone pensar bien y actuar en consecuencia, un tiempo ciertamente lleno de incertidumbres, pero también de personas que, aun viviendo como si Dios no existiera, anhelan una vida mejor y un sentido profundo para sus vidas.