El F/A-18 Super Hornet de Boeing verá cómo su producción cesa en 2027, lo que marcará el final de una era en la fabricación de este modelo. Mientras tanto, en el Reino Unido, la producción del Eurofighter Typhoon se ha suspendido parcialmente, tras la conclusión de un contrato con la Fuerza Aérea de Qatar.
La planta de Boeing para los F/A-18 Super Hornet continuará operativa hasta 2027, cuando culminará el contrato con la Armada de Estados Unidos. Este no es el único cese de producción que ha ocurrido en la última década, ya que los representantes sindicales de las instalaciones de BAE Systems cerca de Preston han informado que la producción del Eurofighter Typhoon se ha “detenido esencialmente” tras la finalización de un contrato por un valor de 6.000 millones de libras (7.600 millones de dólares) con Qatar.
A pesar de la detención en el ensamblaje final, la planta sigue fabricando componentes clave, como los fuselajes delanteros, para aeronaves encargadas por países como Alemania, España y otros socios. Estos fuselajes se envían a Europa para su ensamblaje final. Hasta ahora, el consorcio Eurofighter Typhoon ha entregado más de 550 aviones a distintos países, incluyendo a la Real Fuerza Aérea del Reino Unido (RAF), que opera el Typhoon desde 2003, así como a Alemania, Italia, España, Austria, Arabia Saudita, Omán, Kuwait y Qatar.
El Typhoon es uno de los cazas de primera línea de las fuerzas armadas británicas, desplegado en bases como RAF Lossiemouth y RAF Coningsby. En 2011 debutó en combate y continúa siendo un pilar crucial de la defensa aérea del Reino Unido.
El Reino Unido prioriza el F-35, lo que podría afectar al Eurofighter Typhoon
Actualmente, el Reino Unido está evaluando la posibilidad de ampliar su flota de aviones Lockheed Martin F-35B Lightning II, una variante capaz de realizar despegues y aterrizajes verticales. Esta versión del F-35 podría operar desde los portaaviones de la clase Queen Elizabeth de la Marina Real. Además, el Reino Unido es socio en el Programa Aéreo de Combate Global (GCAP), que tiene como objetivo el desarrollo de un caza de sexta generación con tripulación opcional y sistemas de acompañamiento.
Ante estas circunstancias, se está evaluando cómo optimizar los recursos disponibles, lo que podría inclinar la balanza hacia el F-35 como opción prioritaria. Esto, mientras se destinan fondos al desarrollo del GCAP, que podría requerir la reconversión de capacidades industriales y la retención de trabajadores cualificados.
En este contexto, la producción del Eurofighter Typhoon en el Reino Unido se encuentra esencialmente detenida. Actualmente, no hay unidades en proceso de ensamblaje final en Warton y no se han realizado nuevos pedidos. Según fuentes sindicales, la planta de BAE Systems en Warton y Samlesbury ha suspendido su producción, tal como se detalla en una carta dirigida a Tanmanjeet Singh Dhesi, miembro del Parlamento por Slough, citada por el UK Defence Journal.
Preocupación por el impacto en el desarrollo del caza de sexta generación
Existen preocupaciones sobre cómo la interrupción del programa Eurofighter Typhoon podría afectar el desarrollo del GCAP. Si la RAF y la Marina Real optan por priorizar el F-35, podría resultar difícil para la industria británica retener a los trabajadores necesarios para la fabricación de la próxima generación de cazas.
Steve McGuiness, miembro del consejo ejecutivo de Unite, expresó que la situación actual podría representar un golpe significativo para la industria aeronáutica británica, afectando la capacidad del país para diseñar, fabricar y ensamblar aviones de combate. McGuiness instó al gobierno británico a considerar la posibilidad de ordenar un escuadrón de 24 aviones Typhoon, argumentando que el Reino Unido es actualmente el único miembro del Consorcio Eurofighter sin pedidos pendientes.
El gobierno británico aumenta el gasto en defensa, pero ¿será suficiente?
Por su parte, el gobierno del Reino Unido ha anunciado su compromiso de incrementar el gasto en defensa al 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, parece que este aumento no será suficiente para financiar completamente la flota de cazas de la RAF, lo que deja abiertas interrogantes sobre el futuro de la industria aeronáutica británica y el potencial impacto en la defensa nacional.