El Sevilla no atraviesa su mejor momento, ni en lo deportivo ni en lo institucional. En los despachos el club está envuelto en una gran desafección entre la propiedad y la afición, que se evidencia en la guerra entre padre e hijo, Del Nido Benavente, expresidente, y Del Nido Carrasco, el presidente ahora. Sobre el verde, el equipo empezó el curso de forma muy irregular y, aunque ya se ha alejado del descenso, no parece que le vaya a llegar para entrar en Europa.
El arquitecto, y uno de los que se está llevando gran parte de las críticas, Víctor Orta, que llegó como gran experto en mercado, sobre todo internacional, pero que no está acertando del todo en sus apuestas. Algo que siempre ha caracterizado al Sevilla, sobre todo con Monchi, era firmar jugadores poco conocidos a bajo precio, y sacar rédito tras un gran paso por el Sánchez Pizjuán. Sin embargo, los años en los que el club quiso dar un paso al frente, y retener el talento para asentarse en la zona noble, le está pasando factura económica. Apenas hay inversión en caras nuevas, lo que complica que se pueda firmar talento, y por lo tanto, una futura jugosa venta.
Desechó el fichaje de Gyokeres
El desempeño de Orta en sus anteriores equipos, sobre todo en el Leeds con Marcelo Bielsa, fue lo que le valió que el Sevilla apostase por él. Sin embargo, hay un borrón en el historial del madrileño que, a la larga, puede hacer que más de uno se tire de los pelos.
El actual director deportivo del Sevilla ha reconocido en una charla de Liga Portugal Business School que tuvo a tiro a Viktor Gyokeres cuando estaba en el Leeds, pero decidió no ejecutar su fichaje. «No quise pagar 14 millones de euros por él», aseguró sobre un futbolista que, a día de hoy, es el delantero del momento. Ya en el Sporting de Portugal después de pasar por San Pauli, Brighton o Coventry, lleva un par de años rompiendo absolutamente todos los registros goleadores.
Con un valor de mercado de 70 millones, el sueco saldrá muy seguramente por una cantidad que ronde los 100 kilos, ya sea este invierno, o aguantar lo que queda de año y ya dar el paso en verano.