La memoria no está de moda. Hace tiempo que se desterró del panorama educativo, lo sabemos –y lo padecemos–, y me temo que estamos gobernados por desmemoriados. Pero la desconfianza hacia el pasado, lo sucedido y lo recibido, impregna todas las manifestaciones de nuestra cultura. También en el ámbito del crecimiento personal, esa zona a medio camino entre la psicología y la espiritualidad. Ahí ha aterrizado el «mindfulness», término anglosajón de moda para referirse a una técnica de meditación budista de toda la vida que busca que nos centremos en el momento presente. Algo que ciertamente ayuda a ahuyentar el estrés, pero que trae consigo el riesgo de una insana obsesión con el «aquí y ahora» que borre el pasado y el futuro del horizonte de la persona.

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