En España tenemos muchos monumentos y edificios con rasgos de la arquitectura árabe fruto de la convivencia entre estos pueblos y los nativos de la península durante siglos, como la Mezquita de Córdoba o el Alcázar de Sevilla. Tal fue la influencia que se crearon dos estilos característicos de la península: el mozárabe –en los reinos cristianos del norte de la Península– y el mudéjar –en el sur, en los territorios bajo dominio musulmán–.
En Galicia hay algunos ejemplos de la arquitectura mozárabe, pero es más bien escasa. El mejor que podemos encontrar se encuentra en los jardines del Monasterio de San Salvador de Celanova: una pequeña capilla de menos de nueve metros de largo en un excelente estado de conservación, la capilla de San Miguel de Celanova.
Más de mil años de historia
La mayoría de los historiadores parecen atribuir la construcción de la capilla a San Rosendo Gutiérrez, un noble y religioso que fue obispo de Mondoñedo y virrey de Galicia. Mandó erigir la pequeña edificación en memoria de su hermano, el conde Froila Gutiérrez.
Su fecha de construcción se sabe de forma aproximada, pero no exacta. El monasterio en el que se sitúa fue consagrado en el año 942, y el edificio es mencionado por primera vez en el 977, por lo que se estima que fue erigido entre estas dos fechas.
Una iglesia en miniatura
La capilla de San Miguel de Celanova tiene unas dimensiones muy reducidas: 8,5 metros de largo, 3,85 de ancho y 6 de altura, con 22 metros cuadrados de superficie. Sus paredes son de sillería de granito local, y sus diferentes tamaños en diferentes partes de los muros hacen pensar que fue obra de dos arquitectos, el último de los cuales tomó la obra después de abandonarla el primero con una idea distinta.
En el interior se distinguen tres espacios bien delimitados, el vestíbulo, el cuerpo central y el ábside. Su parte central es más ancha y alta que los extremos, que apenas alcanzan la mitad de su altura y anchura. Las tres estancias están separadas entre sí por arcos de herradura. Su planta recuerda a las iglesias de Santiago de Peñalba (León) y otras visigodas como Santa Comba de Bande.
Tiene una entrada lateral, típico de la arquitectura del siglo X, que buscaban generar sorpresa al girar el visitante 90 grados hacia el interior. El vestíbulo está cubierto por una bóveda de medio cañón, mientras que el cuerpo central tiene una bóveda de arista de ladrillos sobre arcos de herradura peraltados.
Por último, el ábside también está separado del cuerpo central por otro arco de herradura cerrado. Aunque en el exterior se aprecia una forma cuadrada, su planta es de herradura, con dos nichos abiertos en los muros y cubierto por una cúpula gallonada.
Un espectáculo de luz
En el exterior destacan los contrafuertes de la iglesia, que por su diminuto tamaño no parecen servir ninguna función más que decorativos. La iluminación del interior es a través de pequeños vanos muy alargados rematados con un arco de herradura en su parte superior.
El tejado del vestíbulo y del ábside son a dos aguas, mientras que el central es a cuatro aguas, posado sobre modillones de rollos típicos de la arquitectura mozárabe. Los aleros del ábside tienen una decoración que se asemeja a unos dientes de sierra.
Sobre la puerta se ve una inscripción tallada en piedra en la que se lee un epitafio elaborado por Froila, hermano de San Rosendo. Algunos historiadores afirman que hace referencia a que fue el primero el que donó la capilla. La función de la edificación no es conocida con exactitud – unos afirman que fue un oratorio personal de San Rosendo, otros como homenaje a Froila.
Es especialmente destacable la orientación del edificio, de forma que durante el amanecer de los días correspondientes al equinoccio de primavera y otoño la luz atraviesa los ventanales del cuerpo central, creando una estela de rayos de luz de gran brillo en su interior.
A poco menos de hora y media de Santiago
Esta joya del mozárabe en Galicia se encuentra a algo menos de una hora y media de Santiago, en el municipio ourensano de Celanova, dentro del Monasterio de San Salvador. El trayecto se puede hacer casi en su totalidad por autovía.
Además, en Celanova existen otros lugares de interés que visitar en la villa y sus alrededores, como el propio monasterio, el Castro de Castromao, la torre medieval de Vilanova dos Infantes, el Santuario de la Virgen del Cristal o la Fundación Curros Enríquez –uno de los dos grandes escritores nacidos en Celanova, junto con Celso Emilio Ferreiro–.