La relación entre Estados Unidos y Turquía ha sido históricamente complicada, un hecho que va más allá de la expulsión de Turquía del programa F-35 en 2019. En los últimos meses, se reportó que Turquía podría estar dispuesta a abandonar su sistema S-400 ruso con el fin de ser readmitida en dicho programa, aunque estos informes fueron posteriormente desmentidos.
Si las informaciones sobre un ataque aéreo israelí, liderado por un F-35, que destruyó los S-300 de Irán en una sola noche sin bajas son correctas, Turquía podría sentir que su decisión de adquirir los S-400 fue un error. Cabe destacar que el sistema S-400 es en realidad una variante del S-300 PMU-3, mientras que los S-300 de Irán corresponden a la variante S-300PMU-2.
A lo largo de los años, Turquía y Estados Unidos han mantenido una larga historia de cooperación, siendo la base aérea estadounidense Incirlik, situada en el este de Turquía, uno de los ejemplos más representativos. Esta base alberga entre 20 y 50 bombas nucleares B61. No obstante, las relaciones entre ambos países a menudo se caracterizan más por fricciones que por un vínculo estrecho de alianza.
En 2016, Turquía y Estados Unidos tuvieron un enfrentamiento relacionado con la compra de sistemas avanzados de defensa aérea. Ante la creciente tensión en la región por la guerra civil en Siria y la lucha contra el ISIS, Turquía percibió una vulnerabilidad en su capacidad defensiva aérea y solicitó el apoyo de la OTAN. En respuesta, Estados Unidos, España y Alemania instalaron temporalmente baterías Patriot en territorio turco.
Turquía y Estados Unidos chocan por la compra de sistemas de defensa aérea
El deseo de Turquía de contar con su propio sistema de defensa aérea, en lugar de depender de la ayuda de sus aliados, marcó un punto clave en las relaciones bilaterales. Mientras que Estados Unidos sugirió la compra de sistemas Patriot o algún sistema análogo occidental como el europeo SAMP-T, las negociaciones llevaron a Turquía a optar por el sistema ruso S-400, a pesar de las claras advertencias de Estados Unidos.
Es importante señalar que estos desacuerdos se dieron en un contexto más amplio de tensiones políticas, incluyendo el intento de golpe de Estado fallido en Turquía en 2016, lo que también afectó las decisiones militares del país.
Estados Unidos ha sido conocido por bloquear la venta de aviones de combate F-35 a varios países aliados que mostraban interés en adquirirlos. Turquía, por su parte, participó activamente en el desarrollo del programa F-35 e invirtió miles de millones de dólares. Su intención era adquirir 100 unidades del F-35A y producir piezas para los aviones, lo cual le habría generado ingresos multimillonarios.
A pesar de haber pagado 1.400 millones de dólares por los cazas, Estados Unidos no ha reembolsado la cantidad. El F-35, diseñado para contrarrestar el S-400, no puede operar en áreas donde el sistema ruso pueda recopilar información sobre sus capacidades. Esta situación refleja la incompatibilidad de los intereses estratégicos entre ambos países.
Turquía enfrenta desafíos en su acceso al programa F-35 tras la compra de S-400
Los primeros F-35A fueron construidos específicamente para Turquía, y las tripulaciones turcas recibían entrenamiento en Estados Unidos. Sin embargo, antes de que estos aviones fueran enviados a Turquía, el gobierno de Estados Unidos decidió prohibir su exportación, suspendiendo también la participación de Turquía en el programa F-35, lo que se saldó con su expulsión total del mismo.
Lockheed Martin F-35 Lightning II es el modelo de avión de combate multifuncional furtivo de quinta generación que forma parte de este programa. Entre los contratistas principales que fabrican estos aviones se encuentran Lockheed Martin, Northrop Grumman y BAE Systems. La variante más común de este avión es el F-35A, aunque existen otras variantes como el F-35B y el F-35C. Actualmente, más de 1.070 unidades han sido entregadas, y se espera que la tasa de entrega sea de más de 156 aviones anuales a partir de 2025. Los principales operadores internacionales de este modelo incluyen a Japón, el Reino Unido, Italia, Australia e Israel.
Además de la suspensión del programa F-35, Estados Unidos también bloqueó la venta de nuevos F-16 y los paquetes de actualización para la flota existente de F-16 de Turquía. Sin embargo, tras la aceptación de Turquía de Finlandia y Suecia en la OTAN, Estados Unidos accedió a permitir la compra de F-16 por parte de este país. Cabe destacar que la situación se complica por el hecho de que Grecia, uno de los principales rivales de Turquía, está próxima a recibir el F-35A.
Estados Unidos ha realizado esfuerzos significativos para proteger tanto a sus aliados como la tecnología avanzada de sus aviones F-35. A pesar de la prohibición, en los años posteriores se ha informado que Turquía ha buscado formas de regresar al programa F-35, al tiempo que mantiene su compra de los sistemas de defensa aérea rusos S-400. Aunque estos sistemas no han sido utilizados activamente, se ha sugerido que Turquía podría permitir que Estados Unidos los opere en su nombre, aunque este punto ha sido negado por el gobierno turco.
Posibles soluciones y la postura de Turquía sobre los S-400
En este contexto, algunos informes indican que Estados Unidos ha propuesto que Turquía entregue los S-400 o los coloque bajo supervisión estadounidense en la base aérea de Incirlik. Sin embargo, Turquía parece haber rechazado esta propuesta, argumentando que los sistemas de defensa permanecerán bajo control turco y no serán supervisados por Estados Unidos.
Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos ha implementado la ley CAATSA, que limita la capacidad de Rusia para exportar armas avanzadas, como los sistemas de defensa aérea y aviones de combate. A pesar de las restricciones, en ocasiones se permiten excepciones, como en el caso de la India, que adquirió los S-400 sin ser miembro del programa F-35.
En paralelo, Turquía ha iniciado el desarrollo de su propio avión de combate, el KAAN, el cual aseguran es un caza de quinta generación. Sin embargo, a pesar de su diseño exterior y su rendimiento aéreo, este avión no puede competir con el F-35 en términos de capacidades avanzadas. Las cualidades que hacen al F-35 un avión de combate de última generación incluyen sus sensores avanzados, su capacidad de comunicación y conexión en red, su potente sistema informático, entre otros aspectos internos que no son visibles a simple vista.
A pesar de que existen aviones de combate de alta calidad como los F-16 Block 70, los Rafale franceses, el Eurofighter Typhoon o el J-20 chino, ninguno de ellos alcanza las capacidades del F-35. El Sukhoi Su-57 Felon ruso, aunque considerado un sucesor de los antiguos MiG-29 y Su-27, tampoco se puede comparar con el F-35 en términos de rendimiento y tecnología avanzada.