A primera vista, impacta. En un vistazo es imposible apreciar los detalles que componen uno de los palacetes modernistas más importantes de Andalucía. Lo más sorprendente: se alza en un pueblo de Córdoba, rodeado de casas blancas y de una sierra totalmente ajena a las expresiones del art nouveau que plantó exuberantes construcciones en las ciudades.
A la provincia cordobesa también llegó y este pueblo conserva una de las principales obras arquitectónicas de la región. Dos impresionantes fachadas embellecen la planta cuadrada que sobresale del resto de edificaciones. Un jardín es la guinda de un edificio cargado de detalles artísticos.
Una joya entre viviendas
La primera impresión es de sorpresa. Desde la distancia no se distingue más que el volumen de un edificio que destaca sobre el resto, pero cuando uno se acerca comienza a admirar detalles que sobresalen entre el blanco de las líneas de casas que se abren a ambos lados de la calle del Dr. Miras Navarro, en Fuente Obejuna. Se trata de Casa Cardona, una joya en las calles de Fuente Obejuna.
Se trata de algo totalmente ajeno a lo típico, a la cal del caserío de la localidad, a la sierra en la que permanece inmerso el pueblo. Pero ahí está esbelto y quizás eso sea lo que hace aún más mágica su existencia.
Un edificio único
Alrededor de un patio se distribuyen las estancias de un edificio en el que, para cambiar de planta, hay que subir y bajar una escalera de tres tramos no menos decorada, siguiendo ese estilo modernista, como las fachadas abiertas al exterior por balconadas y dos miradores con vidrieras. Exuberantes arcos con motivos vegetales rodean a puertas, ventanas y balcones. De hecho, en estos puntos se concentra la mayor parte de la decoración.
El palacete cuenta con dos grandes fachadas. Una da a la calle principal. La otra, al jardín. Un gran cuerpo semicircular emerge sobre el cuerpo principal de la construcción en uno de sus ángulos, desde cuyos miradores es posible apreciar el exterior. Además de la planta baja, la principal y la segunda, el edificio tiene un sótano y una azotea. Eso sí, algunos elementos, como la terraza, fueron creados en una reforma posterior.
Fue el arquitecto cordobés Adolfo Castiñeyra quien diseñó un proyecto que extendió el estilo, más allá del exterior, a la estructura arquitectónica del palacete. El hacendado Pedro Celestino Romero del Santo construyó el edificio y lo dedicó a su mujer, María Manuela Díaz de Morales, quien poco después murió. El palacete fue vendido al diputado José Castillejo Castillejo, quien lo reformó. En la Guerra Civil, fue donado al Ejército. Y, finalmente, acabó en manos del Ayuntamiento.