Casa Luis, en Ferroñes, una de las referencias indiscutibles de los callos en Asturias está ya en plena temporada. Y eso se nota en esta localidad llanerense, a la que este mítico establecimiento da muchísima vida, llenando el pueblo de visitantes cada fin de semana, cuando hay una auténtica peregrinación de clientes desde todos los puntos de Asturias para degustar la especialidad de la casa. Es la más demandada, pero no la única en una propuesta gastronómica que destaca también por los postres caseros, en los que tradición e innovación se dan la mano y en la que acaban de incorporarse novedades.
Lo dulce ya se había hecho hueco en este afamado local y no es para menos. Se hacen desde hace años arroz con leche, requesón con nueces y miel, tarta de queso semifría, tarta de turrón, torrijas de brioche con helado, tarta de queso de afuega l’ pitu ( al horno) o tarta de almendra y pera. Y postres de temporada como el flan de calabaza, el de nuez, la tarta de queso y calabaza o la crema de limón. Además, este año hay un recién llegado: la tarta NY (New York), de queso, manzana y crumbel, una elaboración que nació inspirada en un viaje al estado norteamericano.
Casa Luis abre seis meses al año. Este lo hizo el pasado 18 de octubre y estarán funcionando hasta el 13 de abril (domingo de Ramos), pues este año la temporada se alarga algo más al caer más tarde la Semana Santa. Las reservas están completas, aunque hay una lista de espera en la que se van apuntando peticiones que se atienden cuando hay cancelaciones. Abren viernes, sábado y domingo y solo el viernes y el sábado, además de comidas, se dan cenas. No se “doblan mesas”, solo se da vez para un turno de comidas y uno de cenas. “La gente viene tranquilamente a comer y queremos que nadie tenga prisa por levantarse o porque piense que hay otras personas esperando para sentarse”, destaca Noelia Elorrieta, tercera generación familiar al frente de un negocio que es emblema de Llanera y ejemplo de dinamización de una zona rural.
Noelia Elorrieta Rodríguez recogió el testigo de su madre, Eutimia Rodríguez Díaz, que a su vez lo había tomado de la abuela, María Luisa Díaz Díaz. Tres mujeres que construyeron y consolidaron una de las marcas de la mejor gastronomía local. Los callos siguen siendo la estrella del restaurante, aunque hay otros platos como picadillo y adobo, todo «de casa».
Todas las semanas se trabaja con entre 120 y 140 kilos de callos y un producto final, es decir, el plato ya elaborado con el resto de ingredientes, que suma 250 litros una vez guisado y listo para servir. Se atiende a unas trescientas personas cada fin de semana en Ferroñes, casi el doble de la población que tiene la parrquia, pues Ferroñes cuenta con 167 habitantes.