Este sábado se celebra la vigésima segunda edición de Eurovisión Junior y, por primera vez en la historia de la edición mini del concurso europeo, el evento se celebra en España. Chloe delaRosa, una extremeña de tan sólo 9 años, representará a RTVE con la canción Como la Lola, un homenaje a Lola Flores. Aunque el año pasado la gran final del festival fue seguida en La 1 por apenas 827.000 espectadores, mínimo histórico del certamen, este tipo de programas de talento infantil siguen despertando el interés de numeroso público, que juzga y critica con naturalidad las actuaciones de concursantes que no tienen más de 14 años.

No es sorpresa para nadie que a muchos de estos niños prodigio la exposición pública les acabe pasando factura. Los juegos de la infancia son sustituidos por bolos, entrevistas y redes sociales. Todo por dar rienda suelta a una supuesta vocación artística y cumplir un sueño, el de triunfar, que casi siempre es más de los padres que de sus hijos.

«Los niños crecen pensando que sus padres van a llevarles a sitios donde van a estar protegidos, no se les pasa por la cabeza que eso no vaya a ser así. Los padres les llevan a la tele y los niños piensan que es un lugar seguro. No se les enseña a poner límites, y eso tiene consecuencias cuando son mayores«, explica a El Independiente Irene Losa, psicóloga sanitaria y experta infanto-juvenil.

La vida es una tómbola

Una larga lista de niños prodigio devenidos en adultos traumatizados avalan la idea de que jugar a ser estrellas sobre los escenarios puede salir muy caro.

En España, el arquetipo de estrella infantil sigue siendo Marisol, aunque hayan pasado sesenta años de sus éxitos cinematográficos y musicales. Desde muy pequeña, Pepa Flores destacó por su talento y desparpajo flamenco. Su carrera artística empezó muy pronto, con tan sólo 11 años, y su rostro será siempre el de la eterna niña sonriente. En los 60 Marisol estaba en todas partes, y su vida privada fue siempre pública.

La actriz y cantante estuvo toda su infancia sobreexpuesta a la mirada de la gente, y con la mayoría de edad el interés no decreció. Cuando tenía 28 años, la revista Interviú publicó, sin su consentimiento, una serie de imágenes tomadas cinco años antes en las que Marisol aparecía posando desnuda. La tirada subió de los 100.000 ejemplares habituales hasta el medio millón. Tras intentar una carrera adulta, la actriz está retirada de la vida pública desde 1985.

Algo parecido ocurrió con Joselito, el pequeño ruiseñor que, de la noche a la mañana, se convirtió en un ídolo de masas. Su melodiosa voz y su aspecto de infante (cuando tenía trece aparentaba ocho) le convirtieron en una figura de la copla española. Su voz era la de los ángeles la en tierra, pero el paso del tiempo no perdona y los gallos de la adolescencia acabaron con el encantamiento.

Ni Ícaro cayó desde tan alto en su vuelo al sol. Joselito vivió entre estafas y cocaína, y cumplió cinco años en la cárcel. Él mismo ha declarado en numerosas ocasiones que quiere que quede constancia de que nunca tuvo una infancia feliz ni amigos de su edad. «Sólo me dedicaba a mis películas y actuaciones». Ahora rehabilitado, el niño de la voz de oro vive alejado en Utiel, recordando aquella época en la que parecía tocar el cielo con las manos.

De Joselito a Amanda Bynes

La infancia de Joselito estuvo rodeada de managers, directores y adultos que querían exprimir el talento de aquel niño-producto. Y esto sigue ocurriendo. «Los niños carecen del autocontrol de la impulsividad que, en ocasiones, ni nosotros mismos tenemos. Se les abre, por ejemplo, la puerta al consumo [de sustancias] y los padres muchas veces no son conscientes de ello, porque estas cosas pasan en camerinos donde no se les permite entrar», expone Losa.

En su éxito juvenil, Amanda Bynes fue la muñequita preferida de Dan Schneider, productor de televisión al que se recuerda por series como iCarly o el mismo The Amanda Show, pero también por fomentar ambientes de trabajo hostiles y pedófilos en sus producciones, todas protagonizadas por niños.

Mientras sus padres gastaban el dinero que producía su hija, Bynes empezó a ver a Schneider como a un padre. Cuando esta era todavía una adolescente, el productor le animó a emanciparse de sus padres, e incluso la invitó a vivir con él durante un tiempo. Todo esto, unido a la experimentación con drogas a edades muy tempranas, hicieron que la actriz se transformara en una parodia de sí misma. Violenta e irreconocible por sus numerosas operaciones estéticas, Amanda Bynes se ha convertido en un juguete roto de quien pocos se acuerdan.

Jake Lloyd fue el encargado de dar vida al pequeño Anakin Skywalker en La Amenaza Fantasma, la precuela de Star Wars estrenada en 1999. La película no gustó a los fans acérrimos de las espadas láser, que no dudaron en comentar su actuación. El bullying le persiguió hasta la universidad. Esto, unido a la presión mediática (Lloyd recordó haber llegado a hacer hasta 60 entrevistas al día cuando era un niño) hicieron que el joven abandonara su sueño de ser actor. En 2020, y tras varios altercados con la policía, su familia emitió un comunicado explicando que Lloyd padece de esquizofrenia paranoide.

Por aquel entonces no existían las redes sociales tal y como las conocemos ahora. Hoy, el foco está en cómo se recibirá la actuación de Chloe delaRosa entre un público que parece olvidar que tiene 9 años. «[Chloe] va a salir a cantar cinco minutos en la tele, pero luego ese vídeo se comentará en Twitter, y todos sabemos cómo es la gente de Twitter», lamenta Losa. «No es sacar una foto o un vídeo y ya, sino que esa foto y ese vídeo va a ser visto por todo el mundo. Ningún niño tiene la capacidad de entender ni los comentarios ni las críticas, porque ninguno se hace con cariño o cuidado».

Algo que puede verse antes incluso de su actuación en la final de Eurovisión Junior. En un vídeo en el que se ve a la pequeña cantante emocionarse al escuchar su canción, numerosos usuarios comentan que «es normal que llore», cuestionando la calidad de la canción. Losa lamenta que la niña pueda leer esos comentarios o que, «el lunes, cuando vuelva al colegio, sus compañeros los hayan leído también y la insulten por ello. La estás lanzando a la guerra sin espada ni escudo«.



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