A la abstrusa ciencia matrimonial le ha dedicado una avenida Changsha, la capital provincial de Hunan, en el centro-sur de China. Los visitantes cambian pañales o calientan potitos en una escuela que les certificará como hábiles para el matrimonio. En la exposición, pionera en el gigante asiático, también pueden alquilar los trajes y vestidos de novios o ser aleccionados sobre el amor. Abundan las fotografías de bodas, chinas y extranjeras, y entusiastas eslóganes ante la inminente misión: «Me encantará cuidar del bebé», «Disfruto preparando el desayuno», «Tener tres niños es lo más guay»…

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