En estas XXXI Jornadas Forestales de Gran Canaria, que culminan este sábado con una salida al campo de la veintena de expertos que han presentado ponencias, se ha abordado la restauración hidrológico-forestal, un asunto de plena actualidad tras la tragedia por las riadas en Valencia. ¿En qué consiste?
Es una mezcla de repoblación, reforestación o gestión de la vegetación en general, tanto de las riberas como, sobre todo, de las cabeceras de cuenca, que es donde al final se acumula el agua que acaba alimentado los ríos y causando las riadas. Esa vegetación y algunas obras, como pequeños diques o canalizaciones, sirven para laminar esas posibles avenidas, para aumentar la infiltración del agua en el suelo y para frenar las escorrentías. El agua que corre por terrenos desnudos, se frena cuando encuentra árboles o matorrales. Y todo eso hace que el caudal máximo que luego va en llegar en la riada lo haga más tarde y sea menor. Eso disminuye el riesgo y además da tiempo para que la población esté prevenida y pueda ponerse a salvo.
¿Y cómo se está aplicando esa herramienta?
El problema que tenemos con esta restauración hidrológico-forestal es que antes había una serie de acuerdos entre las comunidades autónomas y el Ministerio, del que dependen las confederaciones hidrográficas, y unos fondos económicos para llevar a cabo este tipo de obras, repoblaciones y tratamiento de los bosques, pero desde hace ya bastantes años esto se ha abandonado en la práctica. Y aunque hay planes, por ejemplo en Valencia había una serie de proyectos en la cuenca de El Poyo, que fue la que causó la gran riada, esos planes no se llegan a ejecutar por falta de fondos y de inversión.
¿Qué propone el Colegio Oficial que preside?
Nosotros, como ingenieros de montes, como expertos en proyectos de gestión del medio natural, queremos poner de manifiesto que hace falta retomar estas actuaciones con urgencia porque el riesgo es cada vez mayor, pues la presencia del ser humano en zonas inundables ya supera las 700.000 personas en el conjunto del país y debemos prevenir estas catástrofes. La gestión hidrológico-forestal no solo es buena para la sociedad, porque protege de esas amenazas de la naturaleza, sino para los propios bosques, porque los mantiene sanos.
Tras las consecuencias de la Dana en Valencia se ha advertido de que la deforestación agrava los efectos de las riadas. ¿Cuál es el proceso?
Cuando no hay vegetación arbórea, o incluso de matorrales, el agua coge mucha velocidad sobre el terreno desnudo. Las raíces de los árboles y matorrales hacen los suelos más esponjosos y eso facilita que se infiltre más el agua, por lo que frena físicamente ese movimiento del agua. Lo que llamamos escorrentía, que es el agua que corre por la superficie y acaba en los cauces, se reduce tanto en su cantidad como en la velocidad. Ese ha sido el factor diferencial de estas riadas de la Dana de Valencia, que llegó una enorme cantidad de agua a una gran velocidad, incluso a zonas donde no había llovido, pues las precipitaciones habían sido más arriba. Son cauces esporádicos y el problema se agrava en al no tener cubierta forestal y obras que permitan reducir las corrientes. Ahora hay cierta discusión sobre la pertinencia o no de las barreras en los ríos, pero en estos tipos de cauces, que solo tienen agua cuando llueve muchísimo y el resto del tiempo están secos, estas obras no producen ningún problema. Se alega en contra es que a veces la fauna se encuentra con estos embalses y tiene dificultades para seguir río arriba o río abajo, pero en estos cauces que están secos la mayor parte del tiempo no tiene sentido preocuparse por eso.
En una de las ponencias de estas Jornadas Forestales, la de su colega de Aragón Ignacio Pérez-Soba, se explica que el concepto de restauración hidrológico-forestal existe en España desde el año 1901, que ha probado su efectividad a largo plazo como solución basada en la naturaleza y tiene mayor aplicación que nunca en el actual contexto de cambio climático. ¿Cuál es la situación real en todo el país? ¿Cuáles son las zonas con mayor riesgo?
Toda la cuenca mediterránea tiene riesgos importantes, ha habido riadas históricas en Murcia, Valencia, Alicante o las provincias de Cataluña, pero también ha habido tremendas riadas en las cuencas del norte del país, como la de Bilbao en el año 1983. En realidad en el Mediterráneo son más frecuentes y hay más riesgo, sin duda, pero también en las cuencas del norte del país tenemos esas amenazas. Y en Canarias.
El barranco de Maspalomas, que en su tramo final hasta la Charca se ha cubierto de piedras y cemento, ¿puede ser un ejemplo de ese efecto de aceleración del agua al haber desaparecido toda la vegetación?
Sí
¿Qué se debe hacer para mitigar esos riesgos para la población? ¿Basta únicamente con una buena gestión forestal o hacen falta más infraestructuras hidrológicas?
Yo diría que hacen falta tres cosas. Primero, la gestión forestal de la que hemos estado hablando, la repoblación donde no hay vegetación forestal y se quiera proteger a la población ante posibles avalanchas. Por otro lado, las obras hidrológicas, al menos pequeñas actuaciones, que no sean barreras tremendas, pero que sirvan para laminar esas avenidas de agua hacerlas menos rápidas. Y finalmente, el medio ambiente urbano, como crear balsas de tormentas, ampliar parques o superficies absorbentes para que se infiltre una parte de esa agua cuando llega al medio urbano. Nos empeñamos en impermeabilizar todo, pero eso tiene sus consecuencias. Por tanto, hacen falta más parques y jardines absorbentes porque contribuyen a evitar estas tragedias. Quizá no sea la medida principal, pero es otro elemento más.
¿Es necesario un cambio de mentalidad en el urbanismo?
El urbanismo es otro factor fundamental. Tenemos muchas edificaciones hechas directamente en el cono de dirección de un torrente, y ese cono lo ha generado el propio torrente. Y si lleva diez o quince años sin caer por allí rocas y agua, pues posiblemente en ese tiempo volverán a caer y destruirán esas infraestructuras, esas casas o esos camping.
Esa política de restauración hidrológico-forestal podría frenar lo que se conoce como la España vaciada, es decir, el abandono de las zonas rurales.
Por supuesto que contribuiría. Todo lo que sea inversión en el medio rural, sobre todo si se fomenta el empleo de la población local, es sin duda una ayuda para crear incentivos y que la población permanezca en el campo. Ahora mismo, y en contra de lo que cree la gente, la verdad es que la reforestación es necesaria solo puntualmente. No se puede decir que hace falta repoblar España porque está muy deforestada. Al revés, en los últimos 30 o 40 años ha crecido casi un tercio la superficie arbolada . Tenemos muchos árboles. Yo diría que más importante que repoblar, salvo en algunos puntos concretos, es gestionar lo que de alguna manera está abandonado.
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