La emblemática sede central de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), ubicada en el paseo Sagasta de Zaragoza, recibirá una inyección de 2,72 millones de euros para la rehabilitación energética de este edificio histórico, inaugurado en el año 1946, y que hoy es el lugar de trabajo de unos 300 empleados del organismo de gestión de cuenca. El inmueble es uno de los mejores ejemplos de arquitectura racionalista de la primera mitad del siglo XX en España, razón por la que fue catalogado en el año 2008 como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.
Sin embargo, se entiende que el deterioro de puertas y ventanas, de los cerramientos exteriores o la falta de hermeticidad provocan «una mala eficiencia energética del edificio, produciéndose sobrecostes innecesarios e inefectivos», según se recoge en el proyecto redactado por el estudio de arquitectura GEN. Con estas medidas, se valora que el consumo energético podría disminuir en torno a un 30%.
El Ministerio de Transición Ecológica, a través de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, acaba de licitar la obra que contempla, entre otras cuestiones, la sustitución de las ventanas interiores de los despachos, la ejecución de trasdosados (los revestimientos de los muros) interiores con adición de aislamiento, en las fachadas correspondientes a la sustitución de carpinterías, el cambio de luminarias a tipo y del sistema de cubierta plana invertida. Para todas estas actuaciones se contempla un presupuesto de 2,72 millones de euros (con IVA incluido) con cargo a los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. El proyecto deberá estar finiquitado en 12 meses.
La sede central de la CHE tiene una especial relevancia porque se ideó para el primer organismo que pretendía gestionar una cuenca hidrográfica de forma unitaria en todo el mundo. Fue en el año 1933 cuando los arquitectos zaragozanos Regino y José Borobio ganaron el concurso de anteproyectos convocado por el ministerio de Obras Públicas para la construcción de este edificio, presentando el proyecto definitivo en abril de 1936. Las obras concluyeron diez años después, en 1946, no exentas de funcionales y estéticas de Borobio.
El inmueble, integrado entonces en la mejor arquitectura urbana decimonónica del paseo de Sagasta, cuenta con cuatro niveles y un ático retranqueado en los laterales que se configuran en una planta en forma de letra E y suma una superficie de 6.752 metros cuadrados.
Suscríbete para seguir leyendo