Lucía declaró su locura ante el comisario para intentar escapar del castigo impuesto por la Santa Inquisición y abandonar los calabozos. La joven siguió los consejos de Telmo, que la visitó a escondidas y le confesó sus sentimientos.
Una acción que, junto con la ayuda del padre Lasarte y de su hermano Munio, ha conseguido librar a Lucía de la cárcel. Munio abraza a su hermana. “Despediros de este infierno, sois libre”, le dice su hermano a la vez que le muestra la carta en la que hablan de su libertad.
Una libertad cuya condición es someterse a la tutela de Munio en su casa. “Es el momento de celebrar”, le dice el mayor de los Avellaneda a Lucía.