El presidente electo estadounidense Donald Trump ha decidido poner a Robert F. Kennedy al frente de la sanidad del país. Si el Senado no lo impide, será el secretario de Sanidad, con lo que estará a cargo de agencias federales a las que se ha enfrentado públicamente a lo largo de los últimos meses. La noticia, al igual que el anuncio de la prorrusa Tulsi Gabbard como directora de la inteligencia nacional o el de Matt Gaetz, congresista envuelto en multitud de escándalos como fiscal general, ha sembrado preocupación entre demócratas y también entre republicanos y científicos, especialmente conscientes de las últimas afirmaciones polémicas de Kennedy. 

El sobrino del expresidente John Fitzgerald Kennedy, que por cierto era uno de los candidatos presidenciales a las elecciones de la semana pasada hasta que se retiró en verano, se ha labrado fama de antivacunas y hombre alejado de los consensos científicos a golpe de tuit. No es solo cosa del pasado: hace apenas unas semanas, amenazó con despedir a todos los trabajadores sanitarios que han contribuido a la «agresiva desaparición» de productos como la leche cruda, pese a que su ingesta puede provocar la muerte, pero también «la luz solar», «el ejercicio» o «cualquier otra cosa que mejora la salud humana y no puede patentar una farmacéutica».

Una vez anunciado su nombramiento, en el que Trump asegura que Kennedy liberará a la población de «químicos, contaminantes, pesticidas, productos farmacéuticos y aditivos alimentarios dañinos» y que restaurará las» buenas tradiciones» ligadas a la salud, el aludido ha rebajado el tono. “Estoy comprometido con tu visión de convertir de nuevo a América en un lugar saludable. Tenemos una oportunidad generacional para unir a la mejores mentes en ciencia, medicina, industria y el gobierno para acabar con la epidemia de enfermedades crónicas. Estoy deseando trabajar con los más de 80.000 trabajadores de la HHS para liberar a las agencias de esa nube de cautividad corporativa que las ahoga para que puedan llevar a cabo su misión de volver a hacer EEUU el lugar más sano del mundo”.

Kennedy habla en su post de reducir las enfermedades crónicas, de las que en multitud de ocasiones ha culpado a las vacunas. En una entrada de blog que publicó en 2017 en la web de una ONG en defensa de los niños que él mismo fundó, el político asegura que las vacunas provocan “muchos tipos de autismo”, en concreto por envenenamiento por mercurio. Entonces, también aseguró que eliminar esos metales tóxicos del cuerpo podría ser un tratamiento para el autismo. 

En 2015 ya había publicado un libro en el que promulgaba teorías sobre las vacunas que ya han sido ampliamente desmontadas. En particular, los médicos han advertido contra la quelación, esa técnica con la que algunos intentan eliminar metales del cuerpo de niños, que ha llevado a la muerte a varios, incluso a uno en EEUU. El propio Kennedy se sometió a uno de estos tratamientos porque decía que sus niveles de mercurio eran demasiado elevados a raíz de comer demasiado atún.

En varias ocasiones Kennedy ha recomendado beber leche cruda pese a los riesgos que incluso la FDA, la agencia sanitaria estadounidense, ha advertido que implica. La leche cruda está relacionada con multitud de enfermedades provocadas por bacterias como la E. coli, que puede provocar problemas de riñón y la muerte, la gripe aviar, entre otras. En cambio, pasteurizar la leche mata los virus y por eso promover el consumo de leche cruda es una mala idea. En Estados Unidos los estados son los que deciden quién puede vender este producto, y en los últimos años se ha provocado un repunte en su consumo.

Poco antes de las elecciones, el político también afirmó en X que esperaba poder eliminar el flúor del agua potable estadounidense si era elegido como secretario de Sanidad. “El flúor es un residuo industrial asociado con la artritis, las roturas de huesos, el cáncer de huesos, la pérdida de coeficiente intelectual y enfermedades neurodegenerativas, así como tiroides”, escribió. La CDC y la Asociación de Dentistas Americanos insistieron en que bajas cantidades de flúor en el agua son seguras y previenen las caries, sobre todo en niños.

Kennedy también ha asegurado que el COVID-19 fue un virus creado por China con el objetivo de acabar con los caucásicos y los negros, y al que son sobre todo inmunes los judíos y los chinos, asegurando que se trata de un virus “con objetivos étnicos” y por tanto que es “un arma biológica”. En la misma línea, ha asegurado que el wi-fi y los teléfonos móviles provocan “todo tipo de cosas malas, incluyendo cáncer de cerebro” -lo dijo en el podcast de Joe Rogan-, pese a que no hay evidencias científicas que apunten tal cosa.

De su caza de ballenas al gusano del cerebro

En un plano mucho más personal, Robert F. Kennedy Jr. fue objeto de una investigación federal por haber decapitado a una ballena con una sierra eléctrica después de cazarla en una playa de Massachusetts, algo ilegal. Después, la habría atado al techo de su coche y se la habría llevado a casa porque le gusta estudiar esqueletos animales, según contó su hija Kick en una entrevista en una revista.

También se hizo conocido por descubrir el cuerpo sin vida de un osezno en el valle de Hudson y dejarlo en Central Park (Nueva York) al darse cuenta de que no podía llevárselo a casa, para que pareciese que allí lo había atropellado una bicicleta. “No estaba bebiendo, por supuesto, pero gente que sí estaba bebiendo me dijo que era una buena idea. Así que fui e hice eso y pensamos que sería divertido para quien se lo encontrase”, declaró entonces. 

En otra ocasión aseguró que tenía un gusano en el cerebro que le estaba provocando daño cerebral porque notaba que tenía pérdidas de memoria y cierta “niebla” mental, temiendo que fuese un tumor cerebral. Pero después afirmó que los médicos le habían dicho que era “un gusano que entró en mi cerebro y se comió una parte y después murió”. Pese a sus miedos a las enfermedades y problemas de salud, muchos consideran a Kennedy como una persona joven (70 años) y sana, especialmente en comparación con Biden y Trump.



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