El «buenos días» tradicional ha quedado sustituido casi por completo por el que ofrecen las redes sociales en forma de post. Pero muchas veces esas publicaciones enseguida lo convierten en «malos días» debido al contenido con el que nos topamos en la Internet. El día sigue, y en las recurrentes visitas a nuestros perfiles, continua la exposición constante a contenidos negativos. Hasta que esa urdimbre termina por atraparnos.

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