¿Qué es el pensamiento crítico? El pensamiento crítico es una de esas expresiones que casi podríamos decir que han muerto de éxito. Lo mencionan los programas educativos de casi todos los colegios e incluso en los consejos de administración se apela a esa cualidad crítica del pensamiento. Aunque el término se popularizó en los contextos pedagógicos de las primeras décadas del siglo XX, su etimología, mucho más antigua, ya nos da unas pistas evidentes. 

La palabra crítico proviene del verbo griego κρίνω, que podría traducirse como cribar, discernir, separar. Es lo que hacemos cuando separamos el trigo de la paja o cuando pasamos unos sedimentos por un tamiz en busca de un material valioso. También podría decirse que pensamiento crítico es casi una redundancia, pero con frecuencia olvidamos ejercer ese discernimiento con nuestras propias opiniones. Sólo podemos pensar críticamente si sometemos a examen nuestras creencias. Pensar críticamente significa también dudar de lo que creemos saber, revisar lo que asumimos como certezas inviolables y examinar nuestros argumentos en busca de posibles errores. 

Se puede parecer en algo a aquello que Hannah Arendt llamó pensar sin barandillas o pensar sin asideros. Algunas personas confunden el pensamiento crítico con criticar o simplemente con decir no muy fuerte. Estamos sin duda acostumbrados a señalar a quienes piensan de manera distinta a nuestros propios estándares e intereses. Por eso, quizá más que el pensamiento crítico, hoy cabría reivindicar el pensamiento autocrítico, aquel que en lugar de atribuir los errores y las faltas a los otros, asume la necesidad de revisar los propios prejuicios, esos que nos hemos construido nosotros mismos. Hay quienes afirman que pensar es siempre pensar contra alguien, pero ¿sabes Ángel lo que creo que nos hace falta? Pensar alguna vez en contra de nosotros mismos.

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