Un estadio casi vacío y un dispositivo de seguridad a la altura de unos Juegos Olímpicos. A pesar de los esfuerzos del gobierno francés, el partido Francia-Israel no ha tenido la acogida que se esperaba, especialmente, tras las recomendaciones de las autoridades israelíes a sus aficionados de no acudir al evento deportivo.
Cerca de 4.000 policías y gendarmes han blindado los alrededores del Stade de France en Saint-Denis, y otros 1.600 agentes de seguridad lo han hecho en el interior. Aunque no han podido evitar ciertos momentos de tensión en las gradas, cuando un grupo de supporters israelíes han agredido a varios aficionados franceses, obligando a desplegar a la policía nacional en el interior del estado.
En lugar desconocido
Toda seguridad era poca para este partido catalogado de “alto riesgo” por el ministerio del interior. Los aficionados, que han viajado desde Tel Aviv hasta París, han sido custodiados por la brigada especial de intervención de la policía francesa desde la embajada hasta el estadio, al igual que su selección.
Estos días, el equipo israelí se ha hospedado, y entrenado, en un lugar desconocido por seguridad, y sus desplazamientos se han realizado entre un importante convoy policial.
“No cederemos ante el antisemitismo en absoluto. Y la violencia, incluso en la República Francesa, nunca prevalecerá y tampoco lo hará la intimidación”, afirmó el presidente, Emmanuel Macron horas antes del encuentro. También garantizó por teléfono al Primer Ministro israelí y al Presidente de Israel, Isaac Herzog, «la movilización de Francia para asegurar el buen desarrollo del partido».
El gobierno de Macron quiere evitar que vuelvan a producirse incidentes antisemitas como los de Ámsterdam durante el partido del Maccabi Tel Aviv, pero sobre todo, borrar el recuerdo, aún muy presente, de la escandalosa final de la Champions en 2022.
Menos de 25.000 aficionados en la grada
Según las autoridades, se habían vendido 25.000 entradas, un cuarto de la capacidad total del estadio, pero las gradas decían lo contrario. Las imágenes del partido mostraban un recinto prácticamente vacío, muy lejos de llegar al umbral de los 20.000 aficionados, y con pocas banderas. Precisamente, las autoridades habían prohibido cualquier símbolo que no fuese israelí o francés en el estadio. “El Stade de France está vacío, ¡qué pena”, publicaban unos aficionados israelíes en redes.
Entre los asistentes se encontraba el presidente francés, Emmanuel Macron, junto con el primer ministro, Michel Barnier, el ministro del interior, Bruno Retailleau, y otras personalidades, como Nicolas Sarkozy. Todos ellos han sido testigos de la pitada al himno israelí nada más comenzar el partido, de los gritos israelíes: “Liberen a los rehenes”, y de los momentos de tensión que se han vivido en las tribunas entre aficionados y fuera del estadio.
Minutos después de empezar el partido, un grupúsculo de manifestantes pro Palestina han intentado acercarse al Stade de France, sin éxito. El extremo dispositivo de seguridad policial de varios filtros a kilómetros del estadio ha impedido que este grupo de personas pudieran llegar hasta el recinto.
Un protocolo que ha obligado a los comerciantes de la zona a cerrar sus negocios antes de la hora habitual y a despejar el perímetro de seguridad para reducir así el número de personas en la zona. Una tensión en la capital que también se ha notado en el transporte público. La línea 14, con parada en Saint-Denis y habitualmente llena a última hora de la tarde, este jueves estaba prácticamente vacía.
Un partido nulo
Lo que tenía que ser simplemente un partido de fútbol de la Liga de Naciones de la UEFA, se ha convertido en un escenario político. Intercambios diplomáticos, un dispositivo de seguridad extremo, un palco lleno de personalidades para un evento sin ambiente deportivo en las gradas y con un resultado final de 0-0.
‘Les Bleus’, sin su galáctico Mbappé, han tenido varias oportunidades de gol, pero el marcador no se movió. “Frustración y cólera. Un poco de todo, ante las oportunidades que hemos tenido”, decía el azulgrana Jules Koundé al finalizar el partido.