Víctor Rubén Domenech, su expareja, Alexandra Camacho, y Luis Losada, el testaferro de los dos anteriores, son los culpables de la quiebra de Alu Ibérica, la empresa sucesora de Alcoa en Avilés y en La Coruña. Así lo ha determinado el Juzgado de lo Mercantil de Oviedo encargado de vigilar el devenir de la última fábrica de aluminio primario de Asturias, en la localidad avilesina de San Balandrán.
Según recoge la misma sentencia, los tres responsables de la quiebra fueron, a su vez, los protagonistas de la polémica operación comercial (de Alcoa a Parter Capital y esta, a su vez, a Domenech) cuyo desarrollo está siendo investigado por la Audiencia Nacional, concretamente, por el Juzgado Central Número 3 del alto tribunal, el que encabeza la magistrada María Tardón.
La quiebra de Alu Ibérica causó, en un primer momento, una intervención judicial en la compañía y, posteriormente, una administración concursal. Como consecuencia de esta segunda, más de trecientos trabajadores terminaron en el paro.
Víctor Rubén Domenech, que también responde por el nombre de David Domenech y que ya durmió en los calabozos, es también presunto autor de los delitos de estafa agravada, insolvencia punible, apropiación indebida, contra la seguridad de los trabajadores y pertenencia a grupo criminal. Todo esto a instancias de una querella que presentó el sindicato Confederación de Cuadros a la que se adhirieron, posteriormente, los demás sindicatos representados en el último comité de empresa de la compañía.
“Nos encontramos con un concurso muy complejo, con la tesorería por los suelos. Nos encontramos con una empresa parada, pero con gastos recurrentes por valor de medio millón de euros al mes y tenemos en caja sólo cuatro mil y pico euros. No había dinero y tenemos una plantilla en un ERTE, eso quiere decir que tenemos que pagar las cotizaciones, nos encontramos con once trabajadores en plantilla que Ramón Juega había dejado por ser personal significativo para atender las instalaciones, aunque en estado vegetativo porque, como sabe, no tenían actividad. Luego pasamos de cuatro mil a veintitantos mil, pero, bueno, seguía siendo una cifra ridícula”, señaló Miguel Gómez Gordillo, el administrador concursal de Alu Ibérica en una entrevista que hizo con LA NUEVA ESPAÑA.