La reflexión es compartida por diputados de todos los grupos políticos y no hay pasillo en el Parlamento Europeo en el que no la repitan: en terreno comunitario no se puede jugar en clave de política nacional. Ni las instituciones europeas entienden esas batallas ni tampoco los partidos que integran cada una de las familias comparten los mismos intereses. Al menos, no siempre. Y por eso había tantas dudas -incluso entre eurodiputados del PP español- a la hora de sacar la artillería pesada contra Teresa Ribera para intentar frustrar su designación como vicepresidenta de la Comisión Europea. “Ha calado la idea de que su Ministerio tenía competencias en la gestión de la catastrófica DANA mientras ella hacía lobby aquí, en Bruselas. Pero de ahí a que caiga… Muy complicado”, reconocían algunos de ellos. 

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